Pues claro, el mercado es lo que se ve y palpa, sobre todo cuando de valores se trata, ¿no? Ya puestos… ¡yo también quiero oiga!, ¡que sí!, pero como ando un poco justo de presupuesto me vale uno, ¿le place señor catedrales?, y es que…
–Me va, me va, me va, me va, me la vida, me la gente, me va el caviar, me va la fiesta, la madrugada y los botellines en paz, el rojo color, deeee verdad.
Pues los tomateros caballeros y señoritas fieles a la unida siniestra, tienen que estar que trinan, ¡se lo digo yo!, porque tela, tela, tela, tela, ¡claro!, ¡y más tela!, pero en metálicos sueños de escaños y otros apaños del señor Garzón y su buen y amplio corazón.
¡Mamma mía!, rezan los adeptos de los botellines entre bares y otros come y diles. Un pacto de caballeros sin tercios, pero con varas en abundancia, pueden estar seguros que pasan de las famosas once que tanto se vende cuando te dicen, ¡ten cuidado!
Y es que no se puede salir, pedir un café y abrir una portada de un periódico, ¡que no oiga!, ¡no lo haga!, que la sangre le arderá como en sus tiempos lo hizo Roma, pero sin Nerón, tan solo a base de leer titulares que a cualquiera le rompe y destroza lo que hay en el interior del pecho.
En el fondo me las trae al pairo, pero me pregunto, ¿cómo se lo tomarán los fieles a un partido que empezaba de nuevo a brotar debido a disconformidad con la realidad?, ¡vaya tela, y ésta de juicio, ¿lo pone usted o lo incluyo personalmente?
Tengo una amiga que le encanta el mercado, sí, a Doña Carmen Sereno, ella va por los puestos dando vida a los personajes de la histórica y cotidiana vida, ¡y de lujo, por cierto!, pero en esta ocasión y con su permiso, señora… me quedo con todos los puntos de venta de una vez, ¡válgame el cielo que sí!, a la bolsa me refiero, y al gran mercado, como no, “al de los valores”, y en éste no están las grandes compañías, sino los instintos y amores de los que sienten pasión y se definen en un sacramento, el de la inconsciencia de otro. Así que oremos todos como antes se hacía, pero cambiemos al personaje de la petición, ¿les place?
–Garzoncito de mi vida, eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón, ¡tómalo, tómalo, tuyo es, mío no!
¡Y se los quedó!, ¡caray que sí!, pero los rompió vendiendo las aspiraciones de quienes quieren cambiar las cosas y creen en un líder que después de lo acontecido ha demostrado, ¡qué no lo es!, por siete u ocho escaños en las próximas elecciones del señor propietario del templo. ¡Manda narices!, eso sí y que conste en acta por favor, a base de botellines. ¡Vaya, vaya tela!
Visto lo que hay y he, decirles quiero y deseo que ¡paso de política!, si no es Panamá que sacude en todas las direcciones, son las bolsas de los valores, así que me despido, esperando no abrir un periódico hasta pasadas las elecciones y casi con seguridad, adoptando mi derecho constitucional a no votar, de esta manera no veo las noticas o la prensa, sino lo que de verdad me apasiona, la amistad y la literatura sin la sepultura de la traidora política que nos desune.
A vuestros pies.
Yo hace tiempo dejé de creer en ningún político. Sólo buscan poder.
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La verdad es que me estoy arrepintiendo de haber escrito algo más sobre política, al final no merece la pena, pero es que me sentó como una patada en mis reales sitios.
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No te arrepientas de ello. Te ha salido de tus reales ganas y punto. Para mí un placer leerte de lo que sea.
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