Capítulo II – ¡Y llegó!
Allí estaba la señorita Dolors López, o Loli, como se dirían en las tierras que vieron parir a quienes trajeron al mundo, a un ser tan plagado de bondad para los demás, y quien diga lo contrario cobra, ¡ehhh!, ¡una verdad como una catedral!, lo de la generosidad, ¡por supuesto!
Tal y como la imaginé delgada a más no poder, rubia y sonriente, sabiendo que en los madriles, por mucho que la prensa y los que separan todo en la vida en su propio beneficio digan, la iban a atender a cuerpo de rey, por decir algo, entre otras cosas por un tema de mojama, ¡la mía!, claro está, que estoy muy poco jugoso en temas financieros.
-¡Pero si eres tú!, la madre que parió al mirlo, ¡qué ganas tenía de conocerte personalmente!, ¡vive Dios que sí! –Una sonrisa de una oreja a la otra, un par de besos y un enooorme abrazo culminó la presentación. Tantos días hablando sobre el FORO, ¡ojo!, que no de Madrid con sus idas y vaivenes y por fin estaba allí.
Subió al Capitán Trueno, por si vuestras mercedes no lo saben, es el aparato que desde hace trece años me desplaza a base de apretón de acelerador, gasoil y algunas multas por deceso de velocidad, que ya está mayor pero se las trae y un aviso que le di.
-No me ha dado tiempo de limpiar el transportador, espero disculpes, tiene vida propia y si me paso con el agua se cabrea, ¿sabes?
Me disculpó con otra sonrisa y seguimos la faena, yendo al hotel que había escogido en la mejor zona de Madrid, el barrio de Los Austrias, donde cada palmo del suelo y edificios son la viva historia de un imperio que surgió allende el Manzanares y luego como todos se quedó en lo que hay, ¡en nosotros!, que ya está bien, ¿no les parece?
-Aparco como puedo y espero a que deje el equipaje a eso de las 09:01 horas de Paris, por ayudar un poco a las francesas cuestiones. A los nueve minutos de aquí y un par de segundos más, aparece de nuevo con la carga y me dice que allí no hay nadie, de manera que de nuevo subimos al que fue y sigue siendo grande de los comics de la época y nos fuimos a por los pairos de los Alcorcojones, ¡perdón!, ¡Alcorcón quería decir!, en busca de otro grande, un auténtico animal de aquellos lares, ¡sí!, el Dragón que tiene atemorizada a toda la población, Don Ignacio León Roldán.
Llegamos y situamos al capitán a unos metros de su vivienda, ¡pero mira por dónde!, ¡no era la mañana”, sino el día que había elegido por facultativa orden para asustar a los profesionales del hospital de la ciudad. Aprovechamos y mantuvimos conversaciones largas y tendidas de cómo tendríamos que hacer para que todo saliera a la perfección durante la presentación del evento. Los miedos están ahí, pero los talentos femeninos y masculinos también. Poco a poco empezamos a preparar las cuestiones hasta que hartos de esperar, llamé a otro de los grandes, en esta ocasión a 3,5 kilómetros en dirección sur, sureste y una población conocida a nivel mundial por el famoso monstruo de Lagonés, ¡sí!, el que hay a la entrada de la M-30 en el cruce de la avenida Lusitania, pero ya en el interior de dicha población y en medio de una enorme glorieta. ¡Hostias, que sí!, no sé si fue el alcalde de aquellos tiempos o el concejal de cultura que estaba enamorado del de urbanismo, ¡rediez que no!, pero allí plantaron algo que se parece a una margarita cruzada con montaña rusa que da pena, ¡palabra de honor! Pero amén de esos errores de la vida, un pueblo rico en personas, pepinos y hogar del que fue El Gran Capitán y hermanastro de Felipe II.
Como les decía, utilizando el zapatófono me puse en contacto con el otro enorme, en este caso Don Isidro Martínez Blanco para vuestras mercedes y ponerles al día ¡Mira por dónde!…
-¿Isi?, hombre si estás al teléfono, ¡no me lo puedo creer! Quería comentarte una cosilla y presentarte a Dolors, que ha venido de la bella e histórica Barcelona.
-No estoy, he tenido que venir a dejar asuntos serios, sabes que me jubilo y las cosas que arma el diablo hay que dejarlas en su sitio. Luego me voy a pasar por los archivos de Defensa. –Me comentó.
Se había presentado una oportunidad única e increíble para quien había tenido el valor de acercarse desde tan lejos, ¡sí!, de manera que sin decirle nada a ella, volví por mis fueros, en especial sabiendo que el de León, ¡ojo!, al del otro lado del comunicador me refiero en esta ocasión, es un gran anfitrión, de manera que…
-¿A Defensa?, ¡hostias!, ¿te parece si nos vemos y damos una sorpresa a nuestra visitante?
No hizo falta decirlo, si algo es innato en el leonés, es su inquebrantable pasión por la historia y ¡cómo no!, el conocimiento que tiene sobre el lugar y materia y ganas de enseñarlo.
-En cuanto termine con lo que estoy haciendo voy para allá, esperadme y llevamos a Loli a los archivos cartográficos. –Contestó de manera inmediata.
Visto que la suerte estaba de la parte de nuestra visitante, giré la llave que cabrea al capitán, rugió el motor, cual salida de F-1 para vehículos particulares y a Moncloa a toda velocidad, ¡sí!, ya saben los que por estos sitios conocemos; 40, 50, ten cuidado con el radar, 70 kilómetros a la hora por el interior de las soterradas vías de la M-30, fogonazo que te crio, pero al de adelante, frenazo por si acaso, luces largas, que te has pasao ¡listo!, y al final del trance de sortear las suertes que la necesidad de impuestos de la capital y otras tantas más, quemando ruedas a 20 y un poco más, ¡llegamos al destino!
-¡Dolors!, ponte el carnet en la boca y levanta las manos. –Para impresionar, ¡claro está!
Nos detenemos frente a la barrera de seguridad y como es de Ley, aún conociendo a nuestra ilustre montura, siempre hay que hacer lo mismo, y por cierto, muy de acuerdo estoy, la seguridad es lo primero.
-¡Carnet por favor! –Una voz de señor harto conocido por los que visitamos aquellos lares en busca de información histórica veraz, gallego, cordobés, vasco o castellano, ¡qué más da!, porque siendo español, de todos la sangre tendrá, nos pide las debidas acreditaciones que den por finiquitado el trámite de la autoridad.
-Aquí tiene caballero, el mío es el del varón, ¡ehh! –Una sonrisa. Nos dan los papeles plastificados de identificación y paso y adelante. Cuando a punto estábamos de cruzar el umbral entre la calle y la documentación histórica universal, apareció el de Isidro, ¡sí!, de los Martínez Blanco de toda la vida. Saludo, y pa dentro que se nos hace tarde.
-Hola soy Isi, un amigo de tu amistad y algo más que ya te contaré. –Saludó a nuestra anfitriona mientras íbamos hacia el sitio que un bien día y gracias al de León, no por leer, sino porque allí nació, y que conste que esto es suyo pero al revés, y nos pusimos en marcha al sitio que me encandiló en una ocasión e hizo que la piel se me pusiera como mi segundo apellido en femenino, pero ya mayor, no pensemos mal, ¡por favor!
-Es un placer. –Comentó Loli, que la verdad, escuchaba y hablaba poco. Recién llegada de tierras un tanto apartadistas, ¡ojo!, el pueblo dónde vive y que no nombro, y de pronto ni más ni menos que en el cogollo de la información histórica militar. No sé qué pensaría ella en esos momentos, pero sí puedo decir que lo disfrutó como una enana.
Pasamos al interior del edificio, siguiendo las huellas de nuestro leonés guía, hasta que llegamos a la puerta del pequeño departamento donde los especialistas en las crónicas de la cartografía de este país, están muy bien custodiadas y cuidadas. Un saludo al más puro estilo castrense.
-Buenos días qué alegría veros por aquí de nuevo, ¿qué buscáis en esta ocasión? –Con sonrisa incluida y Dolors que no se lo cree. En unos instantes os lo contaré.
-Muy buenos días caballero, ya hace unos meses que no vengo por estos lares, la verdad es que estoy muy liado con otras cosas, pero hoy tenemos visita de Barcelona y sé que lo que va a ver aquí la dejará con la boca abierta. –¿Te acuerdas de aquél mapa que nos pusiste sobre la mesa de últimos del siglo XVI?, al del Camino Español me refiero.
-¿Tenéis ahí las notas?, en la ocasión anterior estuvimos buscando unas cuantas horas. –Tenía más razón que un santo, se lo digo yo, y con los apuntes en casa, pero no se amilanó, ¡no!, empezó a sacar mapas del XVI, perdón, mapamundis que solo los españoles teníamos por aquellos tiempos de Dios, y que los servicios de espionaje franceses, ingleses y otros países intentaron por todos los medios adquirir a base de monedas y lo que falta hiciera. Una realidad que conocen muy pocos.
A medida que los iba colocando sobre la mesa, nuestra catalana comenzaba a ver documentos reales plasmados con tanta precisión, que incluso los ríos tenían sus rocas, isletas, recodos y árboles dibujados, pero no en España, ¡no!, en lo que hoy es Europa, la América y mundo conocido por aquellos tiempos.
Pasamos una hora y algo inolvidable en aquel cuarto, hasta que el brigada nos dejó solos unos minutos, momento que Loli aprovechó para decirnos en privado.
-Estoy pensando que los militares no son tan malos como los pintan por allí. –Qué puedo decirles, simplemente que tanto Isi como esta pluma, nos quedamos estupefactos, ¡como lo leen!, ¡sí!, y es que lo que venden por algunos sitios los interesados en su propio bolsillo, es de risa, ¡mamma mía!, haberlos los hay de todos los colores, ¡claro que sí!, como en su propia tierra y es que no hay nada peor, que el aislamiento intelectual al que someten esos paisanos a los suyos, a base de vender cosas que no tienen ni pies, ni cabeza.
Amén del pensamiento a viva voz de nuestra invitada, nos despedimos de la fantástica persona y militar que había empleado su tiempo, en mostrarnos documentación qué es historia, y nos dirigimos a la biblioteca, poco queda por ver, a la zona visible me refiero, porque lo que no está microfilmado ahora está bajo llave, y no me extraña.
Más sonrisas y saludos a medida que íbamos descubriendo un mundo nuevo a nuestra compañera, hasta que se nos hizo tarde, muy tarde y nos tuvimos que marchar.
Isidro, que vamos a tomar un par de cañas, Dolors que no contesta, miro la hora. –Es muy tarde, ¡tú cobras hoy!
Y nos fuimos de allí a bordo del Capitán Trueno y en dirección la capital del monstruo de Leganés.
Chirriando y quemando ruedas desde 20 y 70 kilómetros por hora, no piensen ustedes que por segundo. Llegados al punto en cuestión, Isidro no se amilanó ante la que le podía caer y se empeñó en tomar ese par de cañas, ¡cómo tiene que ser!
Disfrutamos un buen rato de su compañía entre tercios, colas y otros manjares, y al rato dejamos al leonés e investigador de heráldica e historia militar en su casa.
-¿Esta tarde vais a estar por Alcorcón? –Preguntó el que se quedaba.
-¡Sí!, ¿por? –Lo entendí al segundo, los miércoles se reúnen los miembros de Alfareros del Lenguaje ¿Qué mejor momento para que conociera al otro León y a otros muchos? -Allí nos vemos. –Contesté y de nuevo en el interior del oficial transportador al lugar de la escena gastronómica en Polvoranca.
-¿Te apetece oreja a la plancha?, es muy típico en Madrid. –Confirmó la opción y al restaurante de pabellones auditivos por excelencia de aquellos lares, “El Barco”.
-¡Cola ligt y una cerveza!, por favor, ¡ah!, ¡y una de sordos!, ¡qué no falte! –Servidos de líquido y sin marcas, ¡qué no pagan por la publicidad!, nos pusieron los típicos aperitivos que tanto ayudan a beber, unas aceitunas y algo más que no recuerdo. Ella, ¡sí!, se comió una aceituna, ¡palabra de honor!, un esfuerzo que agradezco. Llegó la oreja de los que parece que escuchan pero no lo hacen, ¡pero frita!
-¡Hostias!, ¿pero y la plancha, qué?, pues que no era el momento o no les apetecía, ¡qué le vamos a hacer!, pero estaba muy buena, cochifrito de pabellón, era en realidad que nos brindaron.
Y volvió a deleitar un par de sabrosos trozos, ¡como lo leen!, dos pedacitos. ¡Pero cómo se cuida la señorita! Nada puedo hacer, son cosas de cada cual.
-Ring, ring, ring. –Don Jesús, pero si es vuestra merced, estoy con Loli en ya sabe dónde. –Le comenté y al minuto y un poco más, se presentó a tomar el café y hablar otros asuntos sobre el día que mañana nos vendría.
-Hechas las presentaciones, de otro de los Grandes, llamó el terror de aquellas tierras, El Dragón, que venía andando y de camino al punto en cuestión. Así que en menos que cantan tres gallos seguidos con calor, Ignacio León se presentó tan emocionado que no me lo podía creer. Es lo que tienen las redes sociales, son muchos días y meses, a veces años y cuando llega la ocasión, ¡pasa lo que se ve!
Besos, abrazos entre ellos y que me tengo que ir a ver a mis hijos, aunque sea media hora. Les dejo allí y aprovecho, es mucha la distancia entre las dos casas. Jesús se queda al mando de la expedición y quedamos en el tertuliano lar donde unas veces se habla de literatura, otras tantas de la vida y…
Treinta y siete minutos con mis pequeñuelos, ¡ya no tanto!, cargo pilas y al meeting point.
Allí me los encuentro a todos, un puñado de los Grandes, Rafael Gálvez, Isidro, Jesús, Ignacio, Fernando Martín, Fernando Baró, Julio Valencia, nuestro poeta “K”, un artista con mucho talento y kas en sus poesías, ¡todas!, no perdona ni una, estilo muy personal que respeto, un tanto extraño, pero cada cual tiene su punto, además de Florentino y otros tantos que ya no recuerdo.
Una tarde entrañable en la que Dolors conoció las tertulias tal y como eran antes, a veces literatura, otras chistes, y unas cañas que hacen reír a todo el que por allí pasa, viste y calza.
Le pido a la persona que atiende el bar que nos haga unas fotos. –No, espera que llegue mi marido, él sabe. –Y así estuvimos sin grabarnos para la posteridad, hasta que ya quedábamos cuatro gatos y no le quedó otro remedio.
Fotico al canto, nos despedimos y al Capitán. Los dos patitos y la mitad de una hora y un poco más, era suficiente, aún tenía que llevar a nuestra invitada al Madrid de los Austrias, e irme camino de la centena de los pozuelos, Ciempozuelos, una tirada por hacer y por el camino.
-Mañana te invito a comer. –Me dijo Dolors.
-¡Ja!, será a un bocata, yo no como con nadie en la mesa que no lo hace. –Me miró un tanto extrañada, se ve que lo digerido hoy era lo normal, pero…
-¡Te lo prometo!, ¡mañana sí como! –Un tanto emocionado por la respuesta, la dejé en el lugar indicado por el GPS, le di un par de besos acompañado de un enorme abrazo y las gracias por haber venido.
Cumplí con el primer día, nos despedimos y hasta mañana, que sería un día muy especial, EL PRIMER FORO INTERNACIONAL DE ESCRITORES Y PROFESIONALES AFINES estaba muy cerca, y el descanso es de obligado cumplimiento cuando al día siguiente tienes un reto así.
Continuará.
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Mira que eres guasón. Realmente me sentí una reina entre tanto caballero. Empezando por usted Don Fernando no el de Castilla, si no el de Ciempozuelos.
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Jajajaja, ¡gracias Dolors!, sabes que fue una auténtico placer.
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Muchas gracias. Inolvidable.
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Habrá más veces. ¡Palabra de mirlo!
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Como es habitual en ti Fernando, una crónica insuperable para un día inmejorable, donde no podía faltar tu gran sentido del humor. Si la verdad es que fue una jornada memorable. Gracias amigo por haberlo hecho posible. Un gran abrazo y ya estoy ansioso por deleitarme con la próxima continuación.
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Agradable y positiva sorpresa el evento, doy fé, el sitio, los ponentes, las diversas opiniones y todo en general.
Esperando se repita para no perdermelo.
Fernando…contamos con repetir, manos a la obra. Gracias.
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Gracias caballero, el próximo año repetiremos el evento, pero con más tiempo. Un fuerte abrazo.
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