Es sábado, no recuerdo la hora, pero creo que sobre el medio día. El Capitán Trueno me ha dicho que hasta aquí hemos llegado, que te traje a la puerta de casa del viaje de regreso de Lerma, porque somos compañeros desde hace quince años, que si no, verde las han segado. Vamos, en castellano de toda la vida, que los inyectores del coche y no sé cuántas cosas más se han ido de finos por Triana o Utrera, ¡a saber!, de manera que tengo que encontrar un medio de transporte que me permita estar puntual a la cita de Bilbao y posteriormente Santander. El autobús no me gusta, el tren son muchas horas sin cargar nicotina, por lo que me defino por una opción que no conocía y que mi querido hermano Rubén me aconsejó, algo así como Blablacar.
Busco, me doy alta, muy simple y fácil, veo un vehículo que viene de Valencia con dirección Santander, admite algo más de equipaje, por lo que resuelvo y abono los 20 € más los 3,75 o 4€ no recuerdo la cantidad de las gestiones de administrativas de turno. El sistema me indica que soy todo un campeón, que sí, que lo hice correctamente, cuando de pronto y sin saber por qué, aparece un reloj con cuenta atrás.
-¡Hostias!, ¿y eso que demonios es? –Es mi primera reacción, posteriormente sale un mensaje que me dice, en 5 horas y un tanto más…
–¡Rediez!, si el viaje es para el martes, algo hice mal. –Intento hablar con el antisistema, ¡que lo es!, válgame el cielo que sí y allí no había forma para explicar que posiblemente haya una confusión, hasta que a punto de darle un buen manotazo al monitor, aparece otro mensaje que reza:
-Si no recibe el aviso del conductor le devolvemos el dinero de la misma manera que lo ingresó. A solo tres días del viaje y ese aviso con cara de dar guerra, pero al menos me quedé una tanto tranquilo, aproveché la situación y me fui a dar un paseo por el Jardín de los Sentidos, tenía algunas cosas pendientes y de paso, nunca se sabe, podría caer algún libro y en esos menesteres hubo suerte, más de la esperada.
Vuelvo a casa sobre la una de la madrugada, abro el cabreador y me encuentro otro mensaje. “Hemos devuelto su ingreso, entre 3 y cinco días tendrá el importe en su cuenta, el conductor no ha respondido en el tiempo pertinente”. No eran horas, de manera que cerré el aparato y mañana será otro día, que estos no me estropean las pocas horas de sueño, ANDAYQUELESDÉN y como se pasen un pueblo les envío a la comarca de la Joda.
Domingo, 7:00 AM, los ojos como platos, apenas pude pegar ojo, es demasiado temprano, tengo que ponerme al día con las redes socialización por los santos atributos de quien se las inventó y me lio con ello. Acabo a las 21:00 horas hasta las narices y acordándome de los chavales a quien se les ocurrió montar semejante cirio. Me doy un garbeo por aquellos lares de Ciempozuelos, intentando despejar la cabeza cuando me doy cuenta que no había hecho las gestiones pertinentes para finiquitar el viaje.
Voy corriendo al despacho, miro la pantalla y entra otro mensaje de Blablabla…
-¡Me quedé sin batería, lo siento!
-¡Leches!, si es el conductor que venía de Valencia. –De manera inmediata procedo a enviar un mensaje al caballero.
-No te preocupes, sigue en vigor, me pongo en contacto con ellos. –Lo intento y “error”, la información ha sido censurada, está dando datos que no son.
-¡Me, me, me que como pille al sistema le doy por!… ¡esto no puede ser!, y procedo con los intentos, quizá haya cometido algún error al introducir mis datos. Sigo leyendo y…
-Debe rellenar una pequeña biografía para que sus compañeros tengan un poco de confianza en usted. –Procedo y añado.
-Soy un escritor que viaja para las presentaciones por todo el país. Me llamo Fernando Cotta Pollo, busquen en Google, Facebook, Twitter, Linkedin.
-Estamos verificando el contenido, en breves momentos será publicada. –Espero tranquilamente, seguro de haber hecho correctamente mis deberes cuando aparece otra alarma.
-Su minibiografía ha ido denegada. –Cabreo, no tengo a nadie delante para darle un bocado al cuello, miro el portátil, ¡tú no que no estás para muchos trotes!, salgo a la calle, cojo aliento y como un toro bravo a punto de empitonar al primero que pille, me lanzo al ruedo de nuevo.
-¡Mierda, algo no va bien! –Busco el problema, ¡me han censurado, ¡la madre que los parió!, ¡sistema como te coja por la calle no va a quedar de ti ni!….
Bufando y aullando con los pelos de la nuca erizados decido salir un poco al parque, tengo el motor del pecho en primera y a siete mil vueltas de un diésel.
De nuevo y después de haber hecho la meditación diaria, ya tranquilo y feliz me dirijo al lugar que me comunica los hechos. Vuelvo a entrar en Internet y muy relajado escribo…
“Señores y señoras, les he abonado un viaje que ustedes mismos han eliminado por propia decisión, he de ir a Santander el próximo martes. Tengo un blog de crítica de todo tipo en el que plasmo las realidades con ironía y cuando me dan por oriente, con muy mala leche, por favor constaten la información que no me gusta hacer daño, hay un mal entendido y quiero solucionarlo. Por cierto, ¿cómo puedo contactar por teléfono con ustedes?
Dos horas, cinco horas y que el sistema se ha olvidado de mi.
-¡Me cagüen tó lo que se cuece! -Esto me va a matar de un infarto, y cuando estaba a punto de mandarlo todo al carajo más próximo, aparece otro mensaje.
-Lamentamos el retraso, el sistema responde por su cuenta, o algo así. Recuperada la confianza entro en el mensaje y nuevo no hay más que instrucciones para que te vuelvas a meter en él y al final a través de la wifi penetres como un soldado rabioso en busca del puñetero programa para aniquilarlo de una vez por todas, de manera que respirando de manera rápida, con el pulso como un fórmula 1 a punto de salir, tomo la decisión de enviarlos a ANDAYQUELESDÉN.
Me olvido del tema y tomo la decisión que tanto me apetecía desde hace tiempo, volver a vivir la aventura y para ello, ¿qué mejor manera que hacerlo como en los viejos tiempos?, así me recorrí siendo un chaval España de cabo a rabo, Francia y Portugal, hice amigos por todos los lados y la verdad, disfruté y también todo hay que decirlo, hubo momentos delicados y peligrosos que en esos momentos supe afrontar, pero en esta ocasión sería cargado de libros, dos roll-ups, un porta-trajes, el portátil, una mochilita, 3 grados pasado de la mitad del ecuador y amenaza de frío, lluvias y nieve. Una aventura en condiciones, tal y como estaban mis cánones en ese momento, calentitos, hirviendo al vapor.
Por si el tiempo se complicaba más de lo esperado, entro a buscar viajes en autobús, no me gustan, pero…, si las cosas se complican hay que tener otra alternativa en el bolsillo. Comento con algunos amigos el tema y…
Se te va la pinza, ¡a dónde vas!, ¡mira que!, pero, pero, pero, que no vas a llegar, tranquila que sí, me pongo un cartelito en la espalda y a esperar, que llevas mucha carga, etc., etc, etc. Y la verdad es que si había algo que me hacía dudar, eran los trastos que iba a llevar encima. De manera que calmé los ánimos, me metí en la cama y ¡hala!, mañana madrugo y veremos qué ocurre.
6:00 AM, los ojos como paelleras de cien porciones, el primer café entro en las redes solo para ver cómo va el tema, que ni hoy ni estos días tendré tiempo para devolver y echar cables a mis compañeros de tinta y pluma y luego en Blablabla, por si acaso, obervo y mira por dónde veo que hay una chica llamada Eva que sale a las 11:00 h dirección Santander. No me fío de la puñeta del otro día, de manera que analizo y pienso un tanto, por si acaso envío una señal de humo al estilo actual, si me responde a tiempo es posible que me la juegue de nuevo.
Espero notificaciones y ná de ná, han pasado dos horas desde entonces, voy a correos a enviar unos libros a toda prisa, mi hermano Rubén me acercará a lo que vea pertinente según el estado de la marejada del tiempo. A la vuelta me espera e indica que nos demos prisa, tiene que llevar a mi cuñada Blasi al médico, de manera que entro en el despacho, veo la pantalla y ¡voilé!, mensaje, pero no me da tiempo a contestar por el portátil.
-Rubén, déjame tu teléfono, que el mío es de juguete, a ver si hay suerte y pruebo con eso que me recomendaste, hay una persona que sale dentro de un par de horas en mi misma dirección.. Me pongo con ello con ello y ¡olé!, consigo darle a la transferencia mientras vamos al centro médico, pero me sale otro puñetero mensaje.
-¡Este viaje ya está ocupado! –Pero, pero, pero si acabo de hacer la transferencia, ¡hostias, hostias, hostias!, ¿pero esto qué es? Y no tengo manera de saber si el dinero lo he ingresado o no. De manera que no me queda otra alternativa que llamar a mi hermano Ubi en Estonia, el tiene todas las claves.
-Ubi, por favor, ¿puedes comprobar si acabo de abonar un pago?, es de más o menos 30€.
-Espera, ahora mismo te lo digo. –Un minuto y…
-Tienes un importe retenido de treinta y tantos euros, pero hoy no has ejecutado ninguna transferencia o pago.
-Ok, te llamo ahora. Rubén, aparca en un sitio con cobertura por favor, es posible que en el momento de aceptar el cargo se haya ido y de ahí ese puñetero mensajito.
Nos detenemos en un sitio, me pongo con ello y al fin me da la confirmación, al instante me llega un aviso indicándome el número de teléfono de la conductora, llamo…
-Hola Fernando, me voy a retrasar un poco, ¿te viene mal?
-Hola Eva, gracias. ¿Cuánto tiempo?
-Una hora, a las doce estoy en Plaza de Castilla.
-Perfecto, estaré en el intercambiador de autobuses, dame un toque cuando estés llegando y voy a la esquina que me indiques.
-Perfecto, así lo haré.
No me lo podía creer, había conseguido confirmar y concretar un viaje por Internet y al final, ¡a viva voz!, la tensión de estos últimos días, me tenía loco y justo en menos de dos horas, había solucionado el papelón, ¡qué gozada!
Espero en la cafetería del intercambiador de autobuses de Plaza Castilla, llega con unos minutos de antelación, me llama y voy al punto de encuentro.
Primera impresión de la conductora, “montañera perdida en Madrid”, gorro de negro de esos que parecen pasamontañas y estilo pasota neoyorkino. Nos presentamos y a primera vista, una mujer con dos…, y encantadora.
Al rato llega otra usuaria, colocamos bien los bultos, subimos a bordo y ya dentro intentamos ponernos de acuerdo para hacer una parada en Lerma. La compañera dice que nanai de la china, tiene que estar en tiempo y resulta que ella si llegó un pelín tarde. Por el camino hablamos de la necesidad de parar cada dos horas, convenzo e invito a un café, aunque a las horas que estamos, mejor un vino.
Da su brazo a torcer y vamos a La Posada de Eufrasio. Allí dos besazos para Encarna, otros dos para Olvido y dale que llegamos tarde, no podíamos perder tiempo por respeto a la ora pasajera.
Por el camino me encontré una excelente conductora, afable, cordial, servicial, comunicadora y aventurera, se había recorrido Chile, Argentina y no sé cuántos países más, treinta y tantos años y un par de ovarios bien ajustados y apretados, ¡qué maravilla!
Le pido que por favor me deja en Torrelavega, y así lo hace, Altamira, mi editora estaba allí y ¡hala!, unas foticos y a volar.
Después de todo, las cosas salieron correctamente, pero esta empresa debería tener en cuenta que no todos los viajeros manejan bien los pagos por Internet, y que además, eso de que te salga un cronómetro a contra reloj, ¡mosquea!, en especial si luego te anulan el viaje con dos días de antelación añadiendo que el conductor no ha respondido a tiempo en esas 5 horas y un tanto. Si además te llega una alerta que te indica que se había quedado sin cobertura, qué menos que dar otra oportunidad a esa persona y cliente, rechazando la devolución y cargando el abono a esa cuenta. Cosas que pasan y que de alguna manera son contraproducentes para un servicio que una vez utilizado, veo positivo y una alternativa interesante para esas personas que necesitan viajar con sus vehículos y esas otras que les va hacer cosas diferentes y por supuesto, emocionante ymuy estresante al principio. El viernes vuelvo de la misma manera y el día dos de diciembre, viajo a Barcelona y Torelló utilizando esta red social. No me ha ido mal.
No desesperes, que pareces de nervio facil. Las primeras 100 veces cuesta un poco, pero luego te acabas acostumbrando al gamberrismo empresarial de las empresas de internet… son todas malisimas Fernando! Salud!
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Jajajaja, gracias, la verdad es que lo que desespera es la impotencia de no poder hablar con nadie a viva voz. Encantado de teneros por estos lares.
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Lo que relatas, eso es toda una aventura para un aventurero con redaños. Me alegro mucho de que al final todo saliera bien. Un abrazo caballero.
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Lo que son las cosas, a la tercera como si fuera de toda la vida, mañana de camino a casa y sin problemas, ¡eso espero!, jajajaja.
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Madre de dios! pero ¿cómo eres capaz de meterte en esos fregaos compañero? joder, capaz de darte un «terele» que no estás ya pa esos trotes. Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja. Encima un tío con suerte si es queeeeee ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja.
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Muy buenas caballero, eso se llama al punto justo de infarto, jajajaja, pero mira por dónde en el último minuto… ¡Vaya tela! La próxima semana nos vemos y sabe vuestra merced, que os toca en la mesa. Un fuerte abrazo.
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¡Ay, Don Fernando! Para las nuevas tecnologías hay una edad…Me alegro que haya tenido suerte con las compañeras de viaje (no sé cómo se arregla, pero siempre hay alguna damisela con dos…)
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Jajajajajaja, por favor, Doña Flor, eso fue a la ida, aún no he llegado a casa, estoy reposando en una cafetería, pero… el de vuelta habría sido de vuestro gusto. Alpinista, asturiano y cántabro. Jajajaja.
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¡Vaya odisea! Digna del Duque. Las compañías que operan por internet deberían tener un teléfono en el que te contestara alguien a quien pudieras poner a parir para sacudirse la frustración de intentar lidiar con ellos a través de la web o los teléfonos móviles. Aunque después no te hicieran ni puñetero caso igual.
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La verda que sí, es una puñeta, pero…
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