IKeee, ¡Ah! ¡Vaya desastre!

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IKEA, ¿el resultado de la ganadería mejor domada de la historia? Pues no se lo tome a broma, ¡no!, no lo es.

Hasta que punto puede llegar el individuo como tal y en colectivo es al menos sorprendente cuando de trata de seguir las huellas de las inhumanas costumbres del consumo, faltaría más. Tal como suena y es.

Nunca he sido un ejemplo a seguir en cuanto a corderitos y ovejitas se refiere. Siempre IKEAque veo algo o alguien trazando un camino busco el origen del porqué y hacia dónde me quieren llevar. Es de natural término la desconfianza que siento en esos sinuosos senderos en apariencia rectos, pero con las curvas señalizadas en pro y beneficio de las muestras y maneras para dejarnos los reales. Para quien no lo sepa, la cuarta parte de una peseta de las de antes o en su defecto 665,544 por pieza de a euro el viaje.

No sé cuántos puestos de trabajo se perdieron en su momento por la novedad de sentir a unos elementos soltándonos por narices el aliento del sueco en la nuca y nada tengo contra ese país, válgame el cielo que no, salvo la tasa de suicidios y algunas cosillas por el estilo. En España siempre hemos sido abiertos a consentir casi de todo, la paciencia derivada del sentido del humor tan nuestro, siempre han sido determinantes a la hora de probar cualquier cosa nueva, ¡pero oiga!, ¿a qué precio? ¿Se lo han planteado en firme alguna vez?

Luego nos quejamos de los salarios bajos, escasez de trabajo y de tantas paradojas, el martirio de las congojas, tanto que no damos abasto. Sin embargo mucho discutir arreglando la nación, pero en tomas de decisiones, ¡ninguna!, para la somera y magna costumbre de Andaqueylatomeotro.

De IKEA solo puedo decir que es una fábrica de ganado, un centro donde la neurología no necesita otro camino que recorrer esos pasillos de muerte a las libres neuronas para ir encadenándolas de grilletes invisibles en nuestro cerebro, cerebelo y a saber delikea 2  subconsciente. IKEA es un jardín de guadañas a las libertades, un centro especializado en crear cuerpos sin alma o almas con la misma imagen, todos son propietarios de la república de su casa, ¡manda cánones!, pero leches, ¡si en la mía soy el rey! Bueno, bueno, no nos engañemos, ellas las reinas y nosotros los consortes con suerte.

¡Compre usted una “bord” y se va a enterar de lo que es bueno! ¡Solo cuatro tornillos, oiga! Cuando se lleve el trozo de manera, las cuatro patas por separado con las tuercas, la llave fija al estilo de las viejas maneras de los chinos y la aterrante idea de los ingenieros “ikeanos”, se va a enterar de lo que vale un peine.

El peine, los riñones, la paciencia y ¡al carajo la vela IKEA, todo sus ingenieros, y al dueño! ¡Andayqueledén sin pomada! Bueno…, si la tienen y es de su propia marca, no digo nada, así sufren en sus propias carnes de las casi tres horas para colocar, ¡cuatro puñeteros tornillos!

Quizá se les olvidó incluir la mira telescópica con laser de alta precisión, niveles y contraniveles para instalar las patas. ¡A saber! Y encima, señoras, señores, damas, domos, damos, doncellas y donceles, hay que pagar el desencuentro con la vida de una fatídica mesa de infarto. ¿Y quién se hace cargo de los daños colaterales? Me refiero al cabreo, sudores y la cantidad de papel higiénico necesario para limpiar todo lo que en esos momentos se le pasa por los sesos en memoria del inventor de semejante empresa. ¡Tela!

En IKEA solo tienen una cosa buena, siempre lo he dicho, las velas pequeñitas, son baratas, van en grandes paquetes y son estupendas para el tiro al blanco con una escopeta de perdigones, siempre sabes dónde se queda el balín. Es lo único que vale de semejante insulto a la capacidad de quien piensa por libre y entiendo que eso es una falacia más de la vida, el vivo ejemplo de una empresa hecha a medida para conducir a las personas.

Por eso, vuelvo y lo repito, ayer solo hice un favor intentando acoplar lo imposible, ni fui, ni voy, ni volveré a ir jamás a donde no solo me sale carísimo, sino que destruye empleos, aborrega, tengo que utilizar mi tiempo, quieren meterme el sueco por sus derroteros y no sigo, tan solo les envío mis queridos y amables saludos y a por viento fresco.  

10 comentarios en “IKeee, ¡Ah! ¡Vaya desastre!”

  1. Me he reído un rato con la crítica, pero no te falta razón. ¿Y qué decir del «camino laberíntico preparado» de cada una de sus tiendas? Tienes que ir por las baldosas amarillas, sí o sí, no vaya a ser que Minotauro o el mago de Oz acechen en cualquier atajo que pretendas tomar.

    Este camino te lleva a recorrer la superficie comercial de cabo a rabo sin perderte ni una velita aromática, un reloj-sartén (juro que lo he visto) o cualquier colchón, sofá o taburete que ni necesitas, ni deseas ver o comprar.

    Lo peor es que las demás grandes superficies están copiando el sistema Ikea y el otro día me pasé toda una tarde montando un sofá de jardín de tres plazas en el que acabé rendida. Eso sí, estirada cuan larga soy (que no es que sea muy larga, todo sea dicho) y sintiéndome una heroína al haber superado semejante trabalenguas de instrucciones. ¡Y no era de Ikea!.

    Gracias por el ratito, Fernando. ¡Que sea leve el montaje!

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    1. Por ahorrar perdemos lo más sagrado de todo, esa moneda que nunca viene de vuelta de la misma manera. No solo eso, eliminamos trabajos de autónomos y pequeñas empresas. Nuestro arte, a freír puertas y no digamos las de por ejemplo, ebanistas, casi no quedan y todo por unas maderas cortadas y un grito al cielo. ¡Así son las cosas!

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  2. Lo mismo une que rompe matrimonios, diga que sí! Hay que estar muy unidos para que esa mesita de nombre raro no marque para siempre la historia de una familia…😜 Pero también enseña valores: compartir, cultivar la paciencia… En fin, que no todo es malo! Un saludo, Sir Cotta.

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  3. Que bueno este tipo de reflexiones, y si además te sacan una carcajada……no tiene precio!!! Enhorabuena y gracias x contibuir a que reflexionemos y analicemos el mundo que nos rodea.

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  4. Ese sentido del humor que arranca una sonrisa, aquí, ahora con el café, es una delicia. Definitivamente no puedo imaginarte por mucho que lo intento, con el mapita, mirando la plancha de cuasi madera y los tornillos, menos siguiendo la flecha para que veas todo lo que hay que ver. Y es que nos negamos a ser borregos, claro que sí.

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    1. Y menos mal que algunos somos rebeldes querida amiga, ¡al cielo gracias!, de lo contrario el mundo sería el famoso «mundo feliz de Aldoux Husley, en el fondo el camino que llevamos desde 1984 de Orwell. ¡Un enorme y fuerte abrazo!

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