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Un título curioso, radicalismo ecológico justo cuando estamos contemplando el ascenso de las temperaturas en la mayor parte del mundo, ¡menos en España!, donde este año el calor y “la caló” insoportable que cada verano nos azota sin pausa ni contemplación, se ha ido por otras patrias, tales como Francia, Alemania, Polonia, centro Europa y a saber. Eso sí, en contra nos estamos llevando el mal agüero de la sequía.
Somos el desecho de los plásticos, no todos, pero sí en su mayoría, el resultado de las cosechas de esas grandes compañías contratantes de expertos en hacer grupos de presión a los jamones de la Unión Europea, y cómo no, al resto del mundo. ¡Perdón!, quise decir políticos, me sale la vena de quien piensa…, “un político es culpable mientras no se demuestre lo contrario” y no es mía la culpa, sino de las reglas y competencias del juego de la Oca, ¡del chorizo tiro porque me toca!
Plásticos para arriba, abajo y nosotros hacemos lo que a ellos se les pone del carajo. En especial a esas bellas personas que viven de asociaciones bien argumentadas y sobradas de glóbulos verdes y morados, entre 100 y 500 eurillos la tonadilla, ¡oiga!, ¿quién da más?
Una cosa es que actuemos en consecuencia para evitar ser un desastre medioambiental, y otro que, en la buena fe de quienes vemos necesario actuar, creemos otro cisco a cuenta del primero. Y parece una paradoja, pero no, no lo es, es la congoja a la que nos enfrentaremos si no aprendemos. El día que dejemos de seguir las modas para primero reflexionar y luego actuar en consecuencia, la sociedad dará un cambio radical en pro y beneficio de la humanidad y nuestra amada casa, este maravilloso y formidable planeta. Si no lo hacemos, George Orwell y otros tantos como él, habrán descrito el futuro tal y como será para nuestros hijos y descendientes, vivirán un mundo que ya se está desnaturalizando a voluntad de los caprichos de esos desalmados e interesados en seguir haciendo de nosotros lo que les sale de sus malas voluntades.
Nos manipulan los medios información, las redes sociales, los especialistas, los políticos, sus dividendos y por supuesto a todos ellos, los “generalifes” de esta guerra sin cuartel. No tienen cara pero sí una fuerza descomunal, son quienes crean el mundo a su imagen y semejanza y no son dioses, no, sino las grandes compañías y sus intereses, los llamados lobbies.
Si hoy dejamos de consumir plásticos nos encontraremos con un grave problema en el ecosistema, ¡la madera!, de algún sitio tienen que salir los envoltorios y envases, pero además el petróleo al principio bajará de precio por la reducción de la demanda hasta que los “petrodueños” del oro negro, almacenen cuanto deseen y den la orden de restricción del crudo a los mercados. Cuando eso ocurra ¿el combustible se pondrá a 200 € el barril de Brent? No es más que un ejemplo. Sin embargo si forzamos a buscar soluciones intermedias encontraremos ese equilibrio tan necesario para hacer que la vida siga su curso dentro de un mundo sostenible, pero pasa primero por limpiar, reutilizar y reciclar en lugar de dejar de construir o destruir puestos de trabajo, ¿no les parece?