Con 1984, Orwell nos puso en antelación del futuro próximo, el presente de hoy. Hablan de la nueva normalidad, ¿ o por lo contrario será la nueva anormalidad? Sin complejos ni tapujos. Recuerden, el mundo en que vivimos ha vivido numerosas pandemias mucho más graves que el virus de Wuhan.
Dicen los agoreros… ¡nada volverá a ser como antes!, y la gente se lo cree, tal cual somos. Hoy fabrico unos pantalones para darle las constantes vitales en todo momento, y la población se vuelve loca buscando cómo y la manera de ponerse unos a la moda de cada día, eso sí, con enchufe directo al presidio de la enfermedad, o jaula hipocondríaca donde siempre recibirá apoyo comercial de los productos farmacéuticos y en consecuencia, la farmacia más cercana.
El ser humano tiene memoria, cajas donde se introducen los hechos, sucesos y emociones bien guardaditas en el armario de los sesos, pero…, con el tiempo esos recipientes se deshacen y solo quedan las entonaciones de los ecos de la vida. Así ha sido y seguirá siendo, solo es cuestión de unas cañas sin tomar y aviones sin coger, el resto, viene dado por nuestras costumbres.
Es posible que muchas de las personas tengan fobias causadas por el confinamiento, es de prever, pero ahí están los días, las semanas, meses y años venideros cubiertos del placer de la resistencia de quienes hemos salido ilesos de esta gripe.
Nunca he sido hombre de modas, la verdad, siendo práctico, no encajan en la conducta típica, por tanto y en la misma medida, me niego a llevar chismes para ofrecer datos al mercado y en consecuencia, vivir el desvivir de la conciencia de una humanidad por completo deshumanizada y fabricada para los mercados.
Si seguimos los patrones enmarcados por el poder y las grandes compañías, pronto sufriremos el sabor de la nostalgia, sí, recordaremos aquellos momentos que salíamos por el campo sin controles, por los parques sin notificaciones o emparejabas con varias palomas, para eso esté el poliamor, ¿no?
¿Más carillas?, o menos si se las fabrica usted, tal y como llegará la abundancia de fábricas de filtros con aromas, llegaremos a poner esencia de rosas, jazmín, pan recién hecho o fabada a esos chismes creados para respirar más puro y fino el recuerdo de las crónicas, sí, cuando nos confitábamos en el confinamiento a base de nevera, y el ejercicio de muñeca a las 8 de la tarde.
Usted decide, para unos la vida será muy corta y para otros…, muy larga pero curiosamente, durarán el mismo tiempo. Libertad o esclavitud, he ahí el panorama, el regalo de un horizonte impuesto por los caprichos del destino y la puntilla de los ordenantes.
La viñeta de Miki y Duarte es perfecta para definir las crónicas venideras.
Por cierto, lo digo con miedo en el cuerpo por quienes se lanzan a la piscina sin mirar si está llena de agua. Sigan las pautas y pasos para volver a encarar nuestra naturaleza tal cual era. Por favor, tómenselo en serio, y en un par de años…, todo será un lejano recuerdo.
Este sí es el Cotta, escritor inteligente, que sabe decir y hacer ver y pensar a sus lectores lo que hemos sido, y seguiremos siendo, a pesar de agoreros y mal pensantes. Siempre es mejor ayudar en positivo que andar destruyendo sueños. Chapó, señor Cotta, con mi admiración y respeto. Un abrazo.
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Gracias Don Rafael, siempre es un placer verle por estos lares y sentir la intensidad de sus comentarios. ¡Un enorme y fuerte abrazo!
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La nueva normalidad, o anormalidad como bien define en su título, sería como el viejo lobo, de colmillo saliente y molares de largo recorrido, con alguna tragadera que soportar, para seguir azuzando a los considerados sus rebaños. No queremos un embudo impreso en azul 3D , cuyo borde ancho pensado está, para aquellos del pensar en anchas Castilla y en su lado opuesto, el estrecho por donde pasar con el chip impuesto, nos lleve hacia el matadero.
Como siempre, estimado Sr.Cotta, su escrito da mucho para pensar
Un abrazo
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Gracias doña Aurora. Tal cual definís la ironía de nuestra vida. Se puede coger el mango de la sartén o meterse directamente en ella. Un enorme y fuerte abrazo.
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