Hoy lunes estrenamos dos medios puntos para obtener el primer boleto de la suerte, un décimo de lotería al peso de la espalda.
Ya estamos en esa fase de certidumbre y misterio, sonrisas y duelo, libertad y encierro, claridad y oscuridad. Dimos el primer paso hacia adelante después de sufrir los daños de un enemigo desconocido por nuestras generaciones. Pronto veremos la influencia colateral del virus de Wuhan en ambos sentidos.
Este fin de semana hemos descubierto parte de las secuelas físicas, nos faltan por conocer las mentales y emocionales. Entre ellas, el coronavirus ha provocado manifestaciones de indignación, rabia e incluso de odio en algunos casos por todos los territorios.
Me duele el corazón, sí, tanto como me dolió cuando el Orgullo fue utilizado como campaña política, o las mujeres en su día especial, el 8M. Siento un dolor inmenso cuando veo diferenciar a las personas por su género o sexualidad, todos somos humanos y es curioso, por una parte soy feliz, ha llegado el ansiado comienzo del desconfinamiento, y de nuevo, la vida se llena de perspectivas al futuro. Sin embargo, nuestra bandera ha sido utilizada como arma arrojadiza contra quien es español, la siente, pero no tiene el mismo credo político de quien la porta con tan aparente orgullo.
Es una paradoja, el contrasentido de quien ve el daño a corto y medio plazo en nuestro país, la toma de nuestra insignia en beneficio de partidos políticos. De ello, todos somos culpables.
Gran parte del gobierno y su ministro de interior, cuando se dejó llevar por la faceta más radical del comunismo contra las quejas de los ciudadanos de la nación arremetiendo contra el paño de nuestra representación.
Los políticos movieron ficha…, y han vuelto a ganar. Hoy, la rojigualda, la insignia de oro y sangre de todos, es el bastión de Vox y eso, no es bueno, no.
Como español, llevo la bicolor grabada en el corazón a sangre y fuego, pero siempre me he decantado por el centro con la salsa de los derechos sociales…, y golpes de timón para gestionar la economía. Y ahora, tengo la impresión de que el sentimiento de ser español es propiedad de otros.
Cuántas personas conozco con otra manera de pensar, amantes de los colores de España. Los políticos han vuelto a salirse con la suya, de nuevo, es la escopeta de uno u otro lado, la frontera entre el soy y quiero y el quiero, soy, y no puedo.
Quizá pidiendo con el alma en la mano, que todos y cada uno de los partidos políticos lleve la enseña de esta nación con la misma fuerza y ganas, mañana, podríamos ganar la próxima batalla a quien vuelva a intentar apropiarse de nuestro credo, nacionalidad y sentimiento.
Un español que se viste por los pies.
Muy bueno y equilibrado . Que miedo me dan los que se arropan con banderas y se las apropian . Este país es de todos y su enseña nos representa sea cual sea su ideología.Un abrazo.
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Eso es de sentido común, luego están quienes sienten por común de su interés y al final quienes por interés tienen el común como sentido. Gracias, caballero Martín por vuestro comentario. ¡Un enorme y fuerte abrazo!
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Me ha encantado esta entrada Fernando, al final en todos lados es lo mismo, algunos más disfrazados, claro, pero con el mismo fin.
Saludos.
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Pues así es, Elia, los filetes crudos y la fruta podrida, tal cual los momentos actuales. El colmo es que nos quieren hacer digerir esos alimentos como si fueran buenos para la salud de la mente y el cuerpo. En fin, siempre hay algo positivo de estos avatares, estamos viviendo otro TBO de Mortadelo y Filemón para quienes deseen informarse de la historia en el futuro. Gracias por pasaros por este blog y por tan grato comentario. Un enorme y fuerte abrazo.
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