Ay, ay, ay, ay, ayyyyy, me dueeeele. Pues sí, una rancherita que alegre me decía allá en rancho grande, y claro, candela bajo el fuego de la vanidad de los calzones y…, ¡anda, se me fue!, y ella tan acalorada como el bribón, calló marchando al pie del cañón.
Es la película del 30%. ¡Manda tuétanos! Si ya lo dice el refrán, qué sabio es. Primero en un pueblo de Zaragoza, donde un cura como el tizón, hizo de las suyas y dejó a medio destacamento con parto mulatillo…, y ahora las noticias del 30%
¡Ah!, el refrán, por favor: Nunca digas que de esta agua no voy a beber, o este cura no es mi padre. Sabiduría popular perfecta para estos tiempos de correr según se pueda, al 30% los calzones bajados y el resto, por ver si el amado casamentero o casado, aparece antes del celo y nos quedamos por debajo de la media de tan singular porcentaje.
Así es, según dicen algunos especialistas en los tribunales del Santo Oficio de la Verdad, según el cuadre y descuadre del ADN final, el 30% de los nacidos en este país, no son originales, no, sino el resultado de un devaneo o de aquí te pillo y te la meneo.
¡Oigan!, que esto es serio, no es cosa de risas, no, a ver quién es el guapo o guapa que certifica que este es mi padre, que de la madre se puede estar más seguro, pero del pito del sereno, pues no.
El tanto por ciento…, si ya lo dijo don Mendo, el sexó ni tiene don ni tiene menda, y así andamos, mirando al cielo y a Dios pidiendo que no, oiga, que no, que no cuadre, que yo soy del 70%.
¡Cómo anda el mundo!, de verdad, va camino de los enfrentaderos, si no es por política, ha de ser por la religión del primer viandante, que da por atrás o por delante sin mirar el rastro que se deja a la otra pareja.
Quizá comience a ser costumbre, pues nada hay mejor, que un empujón con cariño al mes y con frecuencia más sana, una diferente cada semana.
No me tomen a la ligera, así lo ruego, pues garantizo que no es granizo el caído del cielo, sino un aluvión de dinerillos a otros bolsillos, de quien de verdad lo quiere y desea saber.
Y por cierto, no sé si han tenido en cuenta la cantidad de líquido de la vida donado en los hospitales para fertilizar a damas y damiselas que no pudieron tener la calidad del esperma con sonante y por ello han tenido que recurrir a buscar en los alberos de otros ruedos. Tan solo cabe saber, si fue por método artificial o quiso disfrutar, el entredicho del capricho.
Fino Fernando, agudo y en ocasiones mordaz,pero siempre dando un tufillo de «chanza y cachondeo» que es la única manera de enfrentarnos al oscuro devenir de cada día.
Salud a raudales «pa tós»…
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Así es, Pablo, humor y a vivir el cuento de nunca acabar, de lo contrario todo sería empezar a ver el túnel del final. Un enorme y fuerte abrazo.
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Tío, valen oro cada letra que escribes. Sabes describir humor donde más de uno cantaría ese «Ay ay ay ay…» Sigue haciendo sonreír a tus lectores. Un abrazo, amigo.
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Jajajaja, a saber quién debe cantarlo, jajaja. Un fuerte abrazo.
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