Atípico el asunto. Martes laborable 10 de la mañana y hasta las 14 horas. Es el horario que tendremos los Seven escritores con el Up incluido para presentar nuestros libros más recientes y cómo no, alguno que aún sigue teniendo enamorados.
Pronóstico del día, nublado con chubascos puntuales entre las horas de patio, es decir, el momento donde ya tendríamos nuestras obras a la vista del público y caridad del clima en la calle.
Antes de lo acordado nos comenzamos a ver en el 48 de Hermosilla de Madrid, una calle muy femenina y apetecible, se lo digo yo, y espero que Don José no se lo tome a mal, me refiero al arquitecto e ingeniero naval que da nombre a la rue, con el primero de sus apellidos, y segundo Sandoval y compañero de época de Sabatini, Juan de Villanueva y del de Ciempozuelos, Cibeles y Neptuno, Ventura Rodríguez, ¡vaya cuatro jinetes!
Vamos penetrando con sumo placer hasta subir al álgido 5º piso, donde una sala como mandan los cánones de los sitios donde se hacen bien las cosas, nos espera para que de uno en uno, vayamos haciendo la parada y postas con el reloj en mano.
Quince talentos del tiempo para cada uno de a sesenta los segundos y sin cuartos, y Doña Isabel Albella, de las Albella de toda la vida, nos de la salida con la cruz y el grito de Santiago tráenos lectores que no están las crónicas para tonterías.
Tras el vítore general, el narrador de esta historia arranca eufórico con sus temas, tantas son las ganas que al final de la exposición quedan sueltos cuatrocientos y unos tantos de las divisiones enteras del minuto.
Isabel coge las riendas de nuevo y sube el gato Madriles sin compañía. Aún no entendemos cómo lo hizo, ese día estaba alterado, no hacía caso a Manolo, se ve que la luna gilbosa creciente afecta a los meninos, pero…, el de Sanahúja sujeta con fuerza al historiador bicho y a base de remiaus con miaus en castellano actual, nos pone al día sobre algunas anécdotas del Madrid de otras épocas. Finiquita su turno en paz con el morrongo y de nuevo Santiago de la mano de Isabel pone orden para que sea la gran Shiva quien comience a dar trazos rápidos sobre sus veinte con un cinco libros. Contra todo pronóstico los plazos se van cumpliendo, todos necesitamos volver a mostrar las creaciones sobre una mesa, tener el contacto directo con lectoras y lectores, seducir con nuestras palabras a la vida y seguir dando rienda suelta a los placeres de la tinta.
Con Forúnculo se centra nuestra Castellanos, dale que te dale al grano sin escrúpulos, es el dios Indú reencarnado en la de Pedroñeras, es toda una notable comunicadora, tanto que al final nos demostró que una cosa es el chisme doloroso que sale en la piel y otra muy diferente su singular libro.
Acaba y de nuevo entre Albella en el albero, en esta ocasión sale al ruedo Sonia Martínez al cuadrado, quien encandila al público con el sexo de Alfonso XIII. Nadie pierde vista u oído a sus palabras, nos está descubriendo el auténtico y genuino golfo que por avatares del destino nació rey. Suelta un palabro que nos deja a todos fuera de onda, sicalipsis lleva por nombre y ahí todos buscando sin que nadie se de cuenta qué carallo significa eso, pero…, se da cuenta y en el último instante nos pone en antecedentes y se levanta para dar las gracias por la audiencia.
Aplausos para todos, que se me había pasado, e Isabel sigue por los caminos del momento dándole paso al Kimbo de siempre, nuestro humorista de toda la vida que ahora se presenta tal cual humano es, sobre el papel que él mismo redacta y publica. Alegría ante el instante y el archifamoso acaballero nos muestra parte de su cal y arena. Al igual que esta pluma.
Es el momento del suspense, las luces se apagan y se encienden unas cuantas velas, la novela negra hace acto de presencia en la sala de la mano de 007 Olivas, un escritor especializado en matar gente conocida, lo podemos asegurar, quien en ese lapsus temporal nos lo explica. Algunas personas del público están un tanto nerviosas, ¿se estarán preguntando cómo ejecutar un crimen al estilo de Jorge en sus libros?
El caballero nos lee un poco y ala, que me paso, dice, y da el turno a la capitana del equipo WFM en el momento.
Isabel con mascarilla blanca y cruz de Santiago comienza a relatarnos parte de sus hazañas a pie de tierra a base de sacrificio y sudores. Los allí presentes nos quedamos helados escuchando cada uno de sus pasos, pero…, se la ve feliz, contenta, brillante, cual lucero cruzando el firmamento, se pone de pie, da las gracias, ovación, y vuelta al ruedo, dos orejas y el rabo se lo quitamos de las manos, que va para la cazuela.
Que momentos, señoras, señores, damas, damos, domos, doncellas, donceles y gentes de cualquier vivir. Ha sido muy largo el claustro del bicho, tanto que la posibilidad de salir a la calle, exponer nuestros libros no es exponencial, se va por la bartola y los cuatro vientos con una fuerza maravillosa.
Ya estamos en el patio, el cielo promete. Visto el asunto me toca hablar con San Pedro para que se tome algo y aguante, el chaparrón no puede caer hasta pasadas las 14 horas o nos quedamos sin esos momentos mágicos donde lectores y escritores nos conocemos a flor de piel, eso sí, con mascarilla, no están aún los tiempos para romper con los acordes de la anormalidad que llevamos sufriendo desde febrero del pasado año.
Comienzan a llegar, ahí están, sí, increíble, en martes a las 12 horas y ya hay gente mirando qué libro llevarse. Así da gloria, tanto que por un libro tienen derecho a una cerveza. Todos firmando y rogando que el patrocinador no se quede sin el zumo de la cebada, pero…, no falla.
Se ha cumplido, son las 14:14 y no ha llovido. Cuando estamos recogiendo comienzan a caer las primeras gotas, gracias, San Pedro, el médico que te asiste la próstata es bueno.
Cerrar este capítulo sin dar las infinitas gracias a Julián Sacristán y todo el equipo que nos ha brindado una mañana tan maravillosa, no sería ser justo, por ello, mis queridas y queridos amigos. ¡Un millón de millones de gracias!, y para huevos, ¡mis gallinas!