La historia no es lo mismo con o sin el par de tenientes colgando del escroto. Al menos es la investigación que están llevando a cabo algunos personajes especializados en monorquidea.
Parece ser que Hitler perdió uno de sus colgantes durante la batalla del Somme, some, turututututu, hay some some.
La casualidad quiso que Franco se dejara otro en el mismo año durante la guerra del Rif. Cosas de fusiles y otras actividades del te meto un tiro y te vas a enterar lo que vale un huevo.
No conformes con la casuística de los dos dictadores, hay quien desea saber, si con las dos piezas en buen estado es suficiente o por lo contrario con uno el valor mejora, y es lógico, pues defender el último puede ser el origen del aumento del coraje. Por ello las pesquisas llevaron a buscar otras similitudes hasta encontrarlas con Napoleón. Por lo visto eran muy similares a los de las codornices, es decir, al estilo de las canicas para jugar, al pi y guá o a la media, cuarta y pata de antaño.
Mao Zedong o Mao se tú, y deja a los demás con sus peculiaridades, tampoco tuvo suerte con sus partes nobles. En esta ocasión parece ser que tenía uno visible y el otro oculto, supongo que por cautela y evitar que pudieran afeitarle al estilo Franco o de Napoléon. Ya saben, hay gente tan prudente que lo lleva en el bajo vientre a la moda de la criptorquidia.
El caso es que visto lo visto en estos tiempos donde nada queda en el tintero, es muy posible que se ponga de moda el tajo, ya saben, voluntarios por amor al solitario, con inquietudes en ser como fueron quienes tuvieron la oportunidad de dirigir un país, y a voluntad, se presenten delante del primer veterinario, para de un golpe de decisión, le quiten uno del par y se lo dejen en non, o bien a base de un buen tiro con efecto de a pie descubierto, le coloquen uno en el interior y el otro visible para ciertos encantos.
Al final y comprobado este estudio de tanta importancia en las crónicas de los anales, nunca mejor dicho, nos han dejado con la boca abierta, pues ahora no sabemos si es mejor tener el par completo y bien apretado, o como dice mi amigo y compañero de pluma, Ignacio León, uno, pero con dos yemas.
Triste destino nos espera cuando la historia se focaliza en si el pito era flautín, flauta, trompeta o trombón, o como en el caso que hoy nos ocupa, el valor de los varones, se mide por el tamaño real o la cantidad de huevos en la sartén.