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El mal de un escritor

-¡Mierda!, tres meses sin escribir, ¡esto no puede seguir así!, tengo que hacerlo, seguro que si me pongo fluyen las palabras de mis dedos como si fueran magia divina. ¡Es hora de intentarlo otra vez!

Miedo a perder la sagrada inspiración, la devoción por describir sentimientos, emociones, sensaciones, historia, experiencias, ilusiones y sueños. El pánico del autor al que en tantas ocasiones tenía que hacer frente, pero solo, sin más compañía que su propia presencia, un espejo, el escritorio, la pluma, bolígrafo o teclado y una ventana por la que ver el renacer de la primavera, los rigores del sol en verano, el acontecer del melancólico otoño y el temido y frío invierno.

El escritor acostumbrado a desacostumbrarse de los enfrentamientos consigo mismo, con los temores de la muerte súbita de la creación, se sumió en un leve letargo sucumbiendo al placer de las irrealidades, hasta que dando un golpe sobre el escritorio, tomó la firme decisión de volver novelar.

-¡Es simple!, tan solo tengo que concienciarme de que es una jornada laboral, la misma de cualquier ser humano que vive en un país de cuarenta horas semanales, ¡así debe ser!

Lentamente con el terror en sus ojos y el pavor que produce enfrentarse a la nada, inició la ceremonia. Colocó los candelabros limpios y relucientes, fulgurantes de oro simulado que heredó de sus abuelos, allá por el siglo XIX a ambos lados de la mesa, esa que utilizaba para imprimir a base de tinta o teclas todo aquello que le llegaba del infinito, y del fondo de su ser. Con delicadeza extrema de quien cumple un ritual, prendió una cerilla y una a una, encendió las doce velas de su corazón.

-Creo que un poco de vino me ayudará, seguro estoy de ello y hoy, ¡el mejor!, que es día de celebración. Un Pinord Chateldon del Montany del Penedés del año de la madre que lo parió, allá por el 84, será mi compañía en este festival de las letras.

Lentamente se dirigió a la bodega, sin las prisas del que sabe que de nada sirven, cuando es el amor lo que falta para prender la pasión. Bajó las escaleras, presionó el interruptor y la luz tenue y cálida le permitió ver el almacén de los tiempos de gloria, aquellos en los que había triunfado con alguna de sus novelas y le permitió tener los mejores caldos a su disposición. Seleccionó la botella y con sumo cuidado, como el que coge un bebé, sopló para eliminar parte del polvo que cubría la etiqueta.

-¡Aquí estás compañero!, hoy es nuestro día, tú me ofreces la alegría y con la inspiración que le das a mi alma, plasmo tu historia, la mía y la de otros sobre el papel. ¿Te place?

Retrocedió por el camino andado con pasos firmes y contados, llevando en ceremonia y medio inclinado el recipiente de tan espléndido líquido, ese que le llevaría de vuelta a sus tiempos de gloria, y le devolvería el valor que ahora le faltaba.

-Siempre lo mismo, detrás de cada obra finalizada el frío de la ausencia, el estremecimiento de saber que está acabada. ¡Qué destino más iluso!, qué vacío, el de aquellos que nos dedicamos a crear vida sobre el papel.

Con la misma parsimonia, limpió la botella con una servilleta que siempre tenía dispuesta a estos menesteres en el despacho. Cogió el sacacorchos, el de aire, le tenía miedo a la humedad del corcho y a los años del vino, sabía que otros métodos podrían destrozar el rojo y vivo líquido a base de la cáscara de alcornoque. Introdujo la aguja hasta el fondo, concentró la mirada en el tapón y procedió a darle aire a base de subir y bajar el fuelle. Todo iba bien, poco a poco iba saliendo, hasta que al final sonó un leve sonido, el que  le indicaba que el ritual había salido perfecto y procedió con el resto del culto. Vertió un poco sobre una copa ancha de cristal de Bohemia que guardaba para estas ocasiones, puso dos dedos en el pie de la misma, y movió el caldo mientras observaba su color y el lagrimeo sobre el apreciado recipiente. Olfateó el zumo de la vid y…

-¡Voilá!, está perfecto el muy cabrón. Hoy tú y yo vamos a hacer muchos y grandes negocios, caballero.

Sirvió un poco más y volvió a beber, colocó el portátil sobre el escritorio que tanto había compartido con él. Abrió el Word, dispuesto cual guerrero que sabe que es la vida de su enemigo o la suya. Tomó aire, volvió a sorber un poco del caldo de Baco, del líquido placer de los dioses, miró al cielo, y…

-¡Vamos allá!, esta se va a llamar…, se va a llamar…, se va a llamar. ¡Mierda!, el título al final, ¡carajo!, que esta vez tiro para adelante, con o sin encabezamiento, ¡ya me vendrá la luz!

Exprimió la sangre de la uva y volvió a servir el manantial de la creatividad, esta vez sin majestuosidad, hasta el mismo borde de la vida, apurando el contenido.

-¡Ahora sí!, y empezó a teclear.

Noche oscura de mi alma, fin de la gloria de los sueños, dime que debo hacer para volver a estar risueño. Dame la fe, la esperanza del que tiene la ilusión y que algún día la alcanza.

Rindió la cabeza sobre el teclado, y pronunció las palabras más sabias que jamás hubiere reunido en tan poco espacio.

-¡Vaya pedo, compañero!, tú no me has traicionado, ¡he sido yo!, que con el codo no he calculado, el exceso de tu amor es de cuidado. Pero de algo me has servido hoy, que aún estando en este estado, haber gracias a ti he creado, un bello rezo para un personaje descentrado. ¡Amen!

Los objetos antiguos, ¡VIVEN!

La suave brisa del norte entonaba su canto por tierras de Málaga, mientras Altamira, ve más allá y coloca con dulzura y suavidad cada uno de los objetos de años ha en su debido espacio, ese lugar soleado para cada uno de los artículos bien apoyados sobre la web de compraventacolección.com

Suenan las gaviotas, florecen las rosas, canta un ruiseñor y aparece un cuadro de un afamado pintor escondido entre los muebles que antaño dieron servicio a los señores de la mansión.

-Añorados tiempos en los que tus ojos me observaban con devoción y hoy, me susurras con dulzura que va siendo tiempo de mostrar mis bondades, el arte que con amor fue plasmado sobre mi lienzo, la pasión de cada línea, sombra o lágrima, que también las hubo. –comentó el cuadro a viva voz.

Un antiguo plano de Cartagena, ¡a la de España me refiero!, hace los honores plegando con suavidad y delicadeza una esquina, dando a entender que hubo otros tiempos y que ahora los que tocan no son malos, tan solo diferentes.

Basalo, que así se llama el óleo, con unos campanadas del reloj que aloja en su interior, dio la vez a su compañero. Las palabras eran de agradecer, pues es de saber que siendo obra de arte, pero no siempre entendidas, siempre huelen la paz, puesto que mientras les observan reina el silencio, ese que aunque no suena da a entender que te están estudiando de arriba abajo, de este a oeste y de fuera hacia dentro y que infla su ego, el de la obra y el del artista por igual medida.

-Menos mal que estamos vestidos, ¡que si no!, vaya vergüenza pasaríamos cada día, me siento observado y admirado, sin embargo cuando más disfruto, es, es…, cuando abren mis pliegues con cariño y…, y ¡me tocan! Es entonces cuando alcanzo el clímax, el momento cúspide de mi existencia, el punto exacto en el que doy todo lo que llevo, ¡mi historia!

Cada día amanecía de la misma manera, unas veces era el cartagenero mapa, otras el óleo y otras, cuando menos lo esperabas, el Levantino Botijo lleno de agua, que aprovechaba y cantaba a la vida con la esperanza de la recién llegada primavera, piando cual enamorados canarios, gorriones o mirlos juguetones, al amor que encierra el nuevo año, y el pasado si es otoño, ¡qué más da!, si al final es el momento en el que el alma elige que quiere ser de carne y hueso, que también quiere tocar, sentir, oler y amar presenciando y palpando el vigor de la existencia carnal, el placer de la ilusión de alcanzar y llegar a tomar por propio derecho ese sueño que tanto le costó.

Cartagena es importante en este museo, que a su vez es testimonio y vida de que existen piezas tan interesantes, como la Bombonera de la misma tierra. Esperando está a que levanten con sumo cuidado su tapa y vuelva a escuchar tamborilear el dulce tan esperado cuando cae en el interior.

-¡Que recuerdos!, ¡¡umm!, estoy volando con la imaginación, sintiendo en este momento cómo la piel tersa y suave de una bella mujer acaricia el borde de mi cuerpo susurrando entre dientes, ¡no!, ¡otra vez no!, pero sabiendo que en cualquier momento no podría controlar el impulso, quedándose indefensa ante tan sensible y excitante sueño, rindiéndose y exponiéndose ante la evidencia del auténtico frenesí…, ¡qué placer!

La copa de Ámbar escoraba a la derecha…, luego a la izquierda, viviendo esos recuerdos que también sentía suyos, unas veces palidecía, otras brillaba, especialmente cuando en sus recuerdos veía a alguien que vertía el sagrado licor de la lujuria, cogía su pie con dos dedos, contemplaba el líquido y posteriormente con un suave vaivén llevaban a la boca el tesoro almacenado, rozando la piel de cristal de su cuerpo con los tiernos labios que bebían de su interior.

-Ahh!, no puedo más, por favor necesito volver a brillar, llévame contigo por favor y te haré feliz mientras la vida dure. -Murmuró la copa.

Así transcurría el día, entre susurros y armonía, mientras el sifón La Esperanza aguantaba con impaciencia evidente que alguien le diera el turno y por fin, presionaran con la mano su desnudo y bello cuerpo con un tierno abrazo, para que de ese calor surgieran burbujas de ensueño a través de su guía, permitiendo a la copa de Cristal Tallado recibir con anhelo y gracia el tributo del placer deseado.

Velada a luz de candelabro que reflejaba la pasión en la antigua Quesera de cristal, también por cierto del mismo puerto de tierras murcianas que algunos de sus compañeros, hasta que el más noble de los dos sifones, no por nombre sino por sus dos cojones, apareció luciendo su cota de malla, cual viejo soldado, caballero e hidalgo de los viejos Tercios de España, que aun habiendo sufrido las fiebres tercianas y un sinfín de calamidades, se mantenía firme y en posición, rogando que llegara su momento y finalmente pudiera expulsar los buenos humores a base de rozar y apretar su torso, y presionar la pica hasta el fondo.

Discurrida la fiesta de cada día y a la espera de la triste y feliz despedida bajaron el telón, sabiendo que las manos que de ellos cuidaban eran las más apropiadas, pues no solo era la admiración que su escaparate demostraba, sino el respeto y cariño que una obra de arte reclama, más si cabe que permitir deja y apoyan algunas de ellas, que el gozo sea completo, palpando sus preciadas pieles lisas y tan finas que parecen aterciopeladas, con la mano o los labios de quienes saben aprovechar y disfrutar del talento de la obra y del que emocionado…, ¡las creó!

 

Grandes paradojas de la vida – Animalismo VS humanismo

Cada vez que en este sagrado y bendito país comienzan las fiestas que tanta alegría nos dan y que sin duda alguna son, la envidia de muchos turistas y vecinos de otras naciones, empieza también la temporada animalista, ¡sí!, la de esas personas que anteponen todos sus criterios a los del resto de los mortales.

La fiesta taurina es en su esencia el reflejo de lo que somos y el motivo del por qué, aún nos respetan nuestros enemigos más naturales. ¡Así es!, y por este motivo se están librando auténticas batallas entre los defensores de los animales y los que tradicionalmente siguen amando y entendiendo el origen de la cultura en España.

Deben saber, ¡que muchos lo desconocen!, que los toros al final son carne de su propio plato y que en la mayoría de las ocasiones pasan por mataderos antes de ser preparados en exquisitos manjares, y digo esto, porque un astado de 700 kilos, o en torno a ellos, cuando se enfrenta a un torero tiene la posibilidad de sobrevivir el resto de su vida como un marqués, a esta azaña se le llama indulto, y tiene mucho que ver con la nobleza y la fiereza del animal en cuestión, mientras que los que van en camiones camino del destino que les ha tocado en la cadena alimenticia, pasarán por una máquina que les dejará fritos el cerebro o recibirán un tiro de misericordia entre cuerno y cuerno.

Dígoles esto, porque si mañana existiera la reencarnación y me tocara ser un bobino de raza brava, prefiriría que me brindaran la oportunidad de una muerte noble, ¡injusta!, pero noble al fin y al cabo, luchando por mi vida y sabiendo que tengo la oportunidad de matar a mi rival o de salir por la puerta camino de que los veterinarios me arreglen las heridas que me han causado, para luego vivir como mandan los santos cánones, cubriendo vacas a diestro y siniestro, como un auténtico semental.

No me llamen machista por este hecho, se lo ruego, pues tan monta tanto el toro como la vaca, que el juego es de dos, pero sigo con esta crítica que a buen seguro tendrá muchos detractores.

Las corridas de toros son un duelo entre una persona, que por cierto, tiene los atributos o los ovarios muy bien puestos y duros como las piedras, y si no, pónganse al lado de uno de esos morlacos de seiscientos y pico kilos para arriba, y luego me cuentan. La nobleza del toro es lo que es, es decir y en castellano de toda la vida, para el que le cuida, porque los demás tienen que andar con ojo avizor oteando el horizonte, estribor, babor y popa, ya que en un descuido, pueden estar seguro que ellos pastando en el campo, y ustedes disfrutando de un espléndido día de primavera, pueden sufrir un despiste y encontrarse una de esas cornamentas de cuarenta centímetros perforando sus partes húmedas.

No son perros ni gatos, ¡son reses bravas!, señores y señoras, no confundan la velocidad con el tocino, que a veces ocurre.

Entiendo y comprendo que las fotografías que los animalistas hacen correr en las redes son muy crueles, ¡créanme!, también me duele y mucho, pero también estoy seguro de que si esa misma imagen es de un velociraptor ¡que por cierto ya no existen!, también me pasaría lo mismo, y es que una fotografía vale más que mil sufrimientos que no se ven.

Ayer en Facebook, volví a ver otro comentario abierto sobre estos temas en cuestión, pero para ello y harto de ver como siguen y además se quejan cuando otra persona defiende sus derechos, ¡por cierto!, no era mi caso, se le echaron encima como lobos hambrientos, y es que está muy mal visto defender lo que históricamente es nuestro. Recuerden que en el fondo, no en lo más profundo de nuestra nación, sino en nuestro interior, la lucha entre un toro y un torero es ni más ni menos el reflejo de esta sociedad en la que nos hemos criado, es decir, la muestra de lo que es la esencia que tan grande nos hizo hace siglos, y la que hoy seguimos viendo en nuestros deportistas y empresarios, una lucha constante por mejorar. Los que realmente están interesados en dividir este país, quieren desarbolar esa parte de nuestra cultura, porque así saben y tienen conciencia de ello, que ya no seríamos los mismos.

Paradojas de la vida, este año pude ver y comprobar en Lanzarote, concretamente en Playa Blanca, dónde hay más gatos que lagartos autóctonos, ¡sí!, porque esas personas que defienden a estos felinos, son capaces de seguir alimentándolos incluso sabiendo que no tienen cuidados veterinarios y que son salvajes, porque disfrutan viendo como saltan y matan a las salamandras blancas y otros saurios de la tierra, ¡y digo yo!, y me sorprende, pueden estar seguros de ello, los lagartos están protegidos, ¿por qué no se llevan a los dulces mininos a sus propias casas y dejan tranquila a la fauna autóctona?, que entre otras cosas mantiene el equilibrio del ecosistema. Se dan cuenta de la paradoja, pues ahí les va la más dura, porque esto, no es más que el aperitivo.

En ese debate en Facebook expuse parte de los expuesto en este artículo, y como es lógico, las benditas almas protectoras de los valerosos cuadrúpedos se lanzaron con indignación sobre ésta pluma, pues es de saber, que todos no somos de la misma opinión, ¡eso sí!, tengo que reconocer que nadie se salió del tiesto y el respeto era comunitario. Viendo que nadie entendía mi punto de vista, que en definitiva es el de millones de españoles, franceses, japoneses, colombianos, mexicanos, estadounidenses, etc, incluso del difunto Hemingway, colgué una dirección de un reportaje demoledor, pidiendo que visto que defendían la vida de los animales con tanto ímpetu y generosidad, lo hicieran también con las de los humanos, más si eran niños, ahí dejo la URL:  https://www.youtube.com/watch?v=B6P7VINaKdI  pidiéndoles que, ya de paso, lo compartieran con sus amigos y compañeros. Pues verán hasta qué punto llega la hipocresía de algunas personas. Tengo que reconocer que dos de ellas, ahora amigos en la red, así lo hicieron y luego seguimos debatiendo sobre la tauromaquia y otros menesteres, pero hubo muchos que no se molestaron e incluso quienes recriminaron mi actitud por cambiar de tema. Y lo veo lógico pues es la única defensa que tienen.

Ya hubo un enfrentamiento en el siglo XVI entre Felipe II con el papa PIO V, quien hacía alusión a un duelo entre animales y personas con la firme intención de eliminar tan importante rastro de la historia de nuestro país y así, de un plumazo, desanimar a las tropas españolas, que en definitiva fue el origen de la decisión papal, la cruda realidad. Pueden estar seguros que el rey, por aquellos tiempos, tentado estuvo de acabar con ese papado, que por aquellos entonces y todo hay que decirlo, no eran más que puestos políticos al servicio de sus congéneres y el buen vivir de los que servían a Dios en las altas jerarquías.

Eliminando esta tradición no van a dejar de comer carne de vaca, toro, pollo, avestruz, oca o lo que les guste, sin embargo, sí consiguen quitarnos de un tajo los atributos de todos aquellos que aún los tenemos prietos y bien colocados, todo en beneplácito de nuestros enemigos naturales, ya sean vecinos o simplemente políticos con negras y oscuras ambiciones.

En Cataluña eliminaron las corridas de toros, ¡sí señores y señoras!, ¡con un par!, pero no las fiestas en las que los animales son torturados con fuego. ¡paradojas de la vida!, ¿o maniobras políticas?

El toro es el símbolo por naturaleza de este país, de hecho España es una piel del astado casi perfectamente dibujada, el poema que representa el carácter del nacido en estas tierras, luchador, valiente, noble y cabezón, porque cuando tomamos una decisión, fuere la que sea, vamos a por ello cueste el precio que necesite, incluso la vida, si es necesario por el camino.

Es el espíritu de nuestros soldados, el de todos aquellos que se enfrentaron durante siglos a los musulmanes hasta expulsar a los invasores, el de los indomables hidalgos de los viejos tercios, los de Flandes y los que vinieron después, el de los que tuvieron la sangre de hielo para cruzar el Atlántico, Pacífico Índico, Ártico y Antártico para llevar cultura e intercambiar costumbres; el de los que no permitían la esclavitud, salvo algunos desgraciados, que siempre los hay, y que por supuesto protegía a los indígenas de los nuestros y de los demás. Esa es la realidad, y un puñado de animalistas pretende borrar todo de un plumazo, para que ese espíritu quede en aguas de borraja y se pueda dominar nuestro indómito carácter en pro de su propia voluntad.

Que me digan de esos países donde corre la sangre hasta quedar la playa completamente roja, como es el caso de los escandinavos cuando durante sus festejos van a matar los delfines, lo entiendo, porque eso sí que es un asesinato en masa y a la vista del público en general de miles de animales muy inteligentes y que por cierto tienen fama de haber ayudado a muchos náufragos a lo largo de la historia. Casos como esos, ¡muchos! Esos sí que no tienen salida ni oportunidad, y si no busquen en Internet, que ahora la información está al alcance de todos, ¡por favor!

Soy humanista, no soy racista, ayudo en lo que puedo sin mirar credo, religión o raza, no soporto las torturas ni los maltratos, ya sea animal o humano, pero por encima de todo, muy por encima, están las personas. ¡Ah!, si ustedes me lo permiten, ¡no soporto la hipocresía!, cada día menos.

Me han abducido y llevado a otro planeta…

Si hay algo que siempre me gustaría haber hecho, es ver como podría ser otro planeta, visitándolo y mezclándome entre los alienígenas y alimentarme de su fuente de conocimientos y  forma de vida.

¡Pues verán!, he tenido la grandísima suerte de haber sido abducido a ese otro astro imposible, ni en sueños podría haberme imaginado. ¡Eso sí!, con plena seguridad y de mutuo acuerdo con la astronauta que me ha invitado.

La nave era un tanto estrecha, no iba solo en ella, había otros tantos personajes que habían tomado conciencia de la importancia de conocer otros mundos, amén de los alienígenas de a bordo, todo hay que decirlo. Aunque apretados, todos llegamos a buen puerto, los medios de desplazamiento aéreos siguen las mismas pautas a los nuestros, a tanto el centímetro cúbico y el peso, de manera que no nos sorprendamos si mañana alguna compañía nos cobra por la altura, diámetro y densidad del cuerpo.

Cuando aterrizamos y desembarcamos del OVPI “objeto volante perfectamente identificado”, me llamó la atención el olor, ¡si!, olía a mar, como el nuestro del océano Atlántico, un aroma inconfundible de agua salada batida por las olas con perfume a pescado vivo y fresco, así que como podrán averiguar quienes conocen los gustos del narrador, esa primera experiencia  me pareció dulce y extraordinaria.

Nos llevaron a otro pequeño OVPI, pero este explícito para nosotros, con capacidad para cuatro que se quieren mucho y así disfrutar de este satélite por nuestra cuenta y riesgo potenciando la aventura dispuesta a experimentar.

Me costó un tanto manipular aquel pequeño vehículo especial, pero a los primeros kilómetros extraterrestres ya lo dominaba con pericia. El camino hasta la sede donde nos deberíamos alojar discurrió sin sobresaltos, un terreno árido y seco con paisajes marcianos, al estilo de la película Desafío Total de Arnold “no hay quien escriba tu apellido”, pero sin mujeres de tres pechos, ¡quede claro!

Llegados a la recepción nos atendió una ser increíblemente amable y oriunda de la tierra, guapa y muy atractiva que debía rondar los treinta y tantos años terrestres. Cuando empezó a explicarnos dónde teníamos nuestro espacio privado de descanso y aseo, nos dejó perplejos, la dulzura y tranquilidad con la que se expresaba acentuaba su gracia a la misma vez que nos relajaba. A la primera de cambio, en especial por la dureza con la que nos comunicamos en el centro de la ibérica península, me vi en la obligación de rogarle disculpas al estilo de uno más de los oriundos, quien sabe observar, aprende muy rápido.

-Imagino que aquí los otros somos nosotros, y desde luego te estresamos tan solo hablando -comenté.

Aquella alienígena del reino de Lanzarote respondió con una eterna sonrisa, una dádiva que no se tocaba, pero se sentía, oía y veía. Lo dejaba muy claro y patente, no había ser capaz de alterar su estado en la decimoquinta dimensión, una zona imposible de conocer si no eres de aquí.

Después de algunas preguntas de por dónde podríamos empezar el periplo por tierras tan misteriosas y excepcionales, nos despedimos con un hasta luego, dejamos nuestros trastos y demás chismes en la habitación para empezar a conocer ese otro lugar que pocos han visitado, muchos han oído hablar y otros que lo han visitado ni se han enterado, algunos han dedicado su estancia a la fermentación y maceración de la digestión antes, durante y después a probar los sinsabores de las circunstancias del que no sabe, tiene miedo o no entiende y aprovecha para dormir la mona al siniestro sol cuando aprieta, ahoga y tuesta la piel de color torrefacto, nada tiene que ver con ponerse moreno, solo queda comprobar si huelen a pollo quemado.

Subimos al mini OVPI y nos dispusimos a adentrarnos en aquel aparente e inhóspito terreno negro como el carbón, donde las blancas vías de indicación destacaban aún más el fino azabache de la región. Tan solo las líneas de división, contrastaban con ese color tan fiero y diferente cuando es monte y horizonte todo lo que ves.

La primera sorpresa nos la llevamos al ver la vegetación, miles de cactus de colorido verde diferentes, algunos incluso como los árboles de nuestra civilización, pero con púas y pinchos por doquier, como si las plantas se protegieran de los que foráneos y forasteros, dando a entender…, si las intentas hacer daño, el perjudicado vas a ser tú.

Nos detuvimos en una de esas inmensas glorietas sin más decoración que la autóctona flora y los colores de la madre tierra que les parió, rojo y negro, ¡no falta!, jardines especialmente diseñados para alimentarse de los minerales de las entrañas y beber del roció y de la humedad de la zona, porque regar casi no es necesario.

Al bajarme del vehículo de transporte me llamó la atención una zona de rocas abruptas, ásperas y al estilo de la isla, pinchaban por todas partes. Tomé una del tamaño de un balón de balonmano, pesaba más de lo habitual, pero al coger otra similar mucho más porosa a la anterior, casi se la lleva el viento, era tan ligera como una pluma. ¡Contrastes!, una maravillosa experiencia llena de salvajes disparidades perfectamente hiladas y colocadas gracias a la idea de un alienígena llamado Manrique, según dicen por ahí. Él supo combinar la belleza del entorno y adaptar la arquitectura al medio natural y lo consiguió en todo el territorio isleño.

A medida que íbamos descubriendo los parajes de este mundo de ensueño, donde la austeridad es minimalismo al más puro estilo, seguían apareciendo inmensos cactus, algunos nacían de un tronco, como el de cualquier árbol, pero con una gran diferencia, las hojas no eran lo que son, sino manos y brazos del mismo origen de la planta, dando la impresión de ser un fruto olvidado pero permitido, algo parecido a los tiempos del jardín del Edén y la puñetera manzana que nos obligó a salir del paraíso.

Cada una de esos seres vivos aparentemente inanimados, parecen almas de lugareños y extranjeros que habiendo gozado de la virtud y la hospitalidad de esta tierra en apariencia inhóspita, no fueron capaces de olvidar la tranquilidad y el sosiego que produce plantarte sentado, de pie o como te de la real gana, durante un tiempo a observar y escuchar el silencio del viento que aúlla desde el interior de esas montañas de ceniza volcánica, convertida en azabache unas veces y en rojo en otras. Hasta del color de la silícea arena se puede observar como parte de frontera marítima. Los alienígenas conejeros lo llaman, el sur.

Curvas, rectas, semicurvas, riscos lejanos, otros…, ¡hostias nos despeñamos! y cercanos horizontes, gatos…, sobran por todas partes, lagartos autóctonos casi no quedan gracias a los felinos protegidos por los forasteros llegados a este planeta, gaviotas, tórtolas inteligentes, las otras también acaban en las garras de esos predadores, no dejan nada de la fauna de la región, y con ello vuelvo y repito, gracias a una población gatuna excesiva, ¡pero intocable!, ¡increíble, pero cierto!, si hay animales protegidos con derecho propio, son los lagartos y estos, ante estos cazadores sin escrúpulos están emigrando o desapareciendo, pero si un viandante mata uno por equivocación, le cae la de San Quintín, pero la de la parte de los franceses. Mucha tontería también, como en todas partes, más vale gato vivo que millones de lagartos que ayudan entre otras cosas a acabar con los mosquitos, todo hay que decirlo, por aquí  no los he sentido, pero ver los pequeños saurios si tienes la oportunidad tomando el sol en lo alto de una roca de lava, ¡no tiene precio!, ahora sí, al paso que van habrá que disfrutar de sus vistas en un zoo, ¡sin gatos!, ¡claro está!, pero así es la vida, la hipocresía y la sinrazón forman parte de ella.

Amén de los animales extrarrestres, perdón quería decir conejeros, tampoco quedan, ¡a los conejos me refiero!, y piensen ustedes lo que les venga en gana, no hay mala intención. Los pequeños erizos, animalitos tiernos y apacibles que asustan a los malos roedores y ahora están desprotegidos de esos visitantes cuando se encuentran alguno por el camino, quizá por falta de educación, comprensión y cultura, los matan impunemente como si fueran  ratas de alcantarilla, ¡así son las cosas!

Como todo en la tierra el pescado tampoco se libra del cuerpo espinoso. Si analizas la situación tanto la isla como la vegetación, animales autóctonos como el pequeño osito pinchón, el pescado también goza de esas mismas protecciones, por fuera y por dentro y no me extraña, ¡qué sabores!, de alguna forma se tienen que cuidar y defender de quienes vienen de fuera para arrasar.

Al tercer día de visita, recorrido prácticamente la mitad del territorio, empecé a disfrutar del lado más humano de la población autóctona, si sigo un par de semanas más, ¡me quedo allí!, y al resto…, ¡que le den!, me convierto en cactus y a observar y escuchar a Paquito Silbante, un personaje muy especial de la zona, aunque un poco más al norte, no se llama así, le puse de apellido el Silbón.

Se preguntarán quien es este singular personaje histórico y de leyenda, y me place explicarlo, pero me cuesta, pues verle no he podido, tan solo escucharle cuando me dejaba la puerta abierta del apartamento durante un rato, silbaba que daba gloria, aunque en algunos momentos y debido fundamentalmente a una tormenta de la tierra, se traía en compañía un familiar muy curioso también, pero de nombre Juanito y de primer apellido Aullador. De tanto escucharles a uno y otro cual concierto de instrumentos de viento, quedé maravillado, se acompañaban perfectamente, como en un buen blues cuando replican entre sí.

Naturalmente disfruté de la calidad de la oferta del planeta Lanzarote, ¡faltaría más!, cuando mejor lo supe aprovechar fue buscando esos alimentos tan conocidos para ellos pero que tan poco enseñan a los demás, les tienen tanto amor a sus cosas…, que les cuesta, pero solo al principio, en cuanto entran en calor es todo lo contrario. Al final di con dos de esos lugares donde disfrutarían los mejores artesanos de la cocina de nuestro mundo como auténticos cosacos, ¡pero sepan!, di mi palabra de no decir dónde, de qué manera y cuánto. Con muy buen criterio me dijeron… -Si alguien quiere conocer lo mejor de aquel manantial de vida, debería pasar la gran prueba, dejarse seducir por el vuelo de esas prietas naves y una vez en la isla, sumergirse entre los paisanos de toda la vida, y si de verdad lo merecen, encontrarán ese gran secreto de la misma forma que lo hice yo.

Hoy toca lo de siempre, plantarle un par de atributos duros como las rocas para volver a ascender al cielo, sentir la aceleración en ascenso del OVPI y volver a soñar con otro viaje como éste en el que todo ha salido perfecto. He podido llevarme en la retina las mejores fotos que se puedan hacer, almacenar las sensaciones, olores y emociones y saber qué hacer en un mundo diferente con habitantes de una misma bandera, «la de la vida».

TURISMO INTELIGENTE Y TURISMO ABSURDO

No es habitual que utilice la pluma para plasmar críticas razonadas sobre el turismo pero creo que sabrán entenderme, no todos…, muchos se sentirán ofendidos por lo que a continuación describo y relato, en ésta, mi más sincera opinión de sobre cómo y de qué manera se puede disfrutar de unas vacaciones inteligentes. Con antelación solicito el perdón de aquellos seres humanos que yendo a disfrutar de su periodo vacacional dejan a su agencia de viajes tomar las decisiones menos apropiadas para de verdad vivir, aprender y conocer un mundo siempre nuevo.

Estos días en Lanzarote, una de las tres islas de Gran Canaria, he podido darme cuenta de la grave enfermedad que atraviesan y padecen esas personas que aprovechan el mínimo precio para perjudicar su salud, curiosidad y necesidad de conocer. ¡Así de cruel!, ¡tal y como suena!

Si hay algo que me he reprochado toda la vida, son los numerosos viajes realizados de negocios sin haber tenido el tiempo suficiente para mezclarme entre las gentes de las tierras visitadas, por supuesto y aprovecho para recalcar y añadir, sin absorber la sabia y el conocimiento de los lugareños, amén de la belleza de los entornos, gastronomía y demás enseñas.

Está muy de moda, ¡si me lo permiten!, y si no lo hacen, ¡remedio ya no hay!, lo voy a llamar el turismo absurdo, es decir y en castellano pobre del de toda la vida, ¡el todo incluido!, ese todo en realidad es la nada. Los visitantes que entre muchas comillas lo disfrutan, practican durante esas merecidas jornadas de descanso, para perjudicar aún más su salud y por supuesto, todo hay que decirlo, a emprender un largo viaje en barco o avión donde la mayor parte no sabrá ni dónde diablos ha estado, y esto es lamentable, una auténtica paradoja del que supuestamente ha sentido la necesidad de emprender algo nuevo, de darle un toque mágico a su existencia, para luego estar encerrado en un hotel, ¡eso sí!, ciegos de cerveza, cubatas, comidas, cenas y harto de las quemaduras derivadas de las siestas al sol para reposar los grados de alcohol y exceso de viandas.

Quizás el estrés anual, lleve a muchos de los afortunados que se pueden permitir el lujo de darse un periplo por tierras desconocidas a pensar que si hay algo maravilloso es darse un festín de tiempo desechado. Con esto quiero decir, desaprovechar ese lapsus atemporal tan preciado que tenemos para dar rienda suelta al más satírico de los deseos, vivir la vida del  cerdo. ¡Perdón y no quiero ofender!, pero así fue como me sentí en la única ocasión en la que virtual y realmente me vi obligado a intentar no salir del centro que en tanta apariencia me quería, en la realidad no buscaba invertir el tiempo y mi dinero tan solo en unos metros cuadrados bien repartidos y decorados, servicios, ¡casi todos incluidos!, con tal de intentar fidelizar a este infiel de la rutina y ávido de conocimiento.

Dicen que la necesidad agudiza el ingenio, así me lo enseñaron mis padres y a ellos todos sus antecesores. Pues bien a eso me refiero, a la creatividad y la realidad, tanto tengo y con ello que puedo hacer.

Hoy volar está a tiro de pájaro, no se lo tomen al vuelo, ¡a ver si alguno se da un real leñazo!, pero más o menos, y para aquellos que no lo entiendan decir quiero y bien se comprenda, vale menos un viaje en avión con la vuelta incluida, que muchos argumentos de peso en combustible, autovías, auto y las pistas que se encuentren por el camino, peajes y demás leches, ¡que las hay! y sobran.

Si ven este punto de vista, solo falta el sitio donde descansar, absorber y reposar las experiencias venideras, en latín y griego del de toda la vida, un lugar donde dormir y cumplir con los requerimientos típicos y necesarios de los que no podemos desenrrutinarnos.

Una vez tomada la decisión del lugar más adecuado en función de la disposición de cada bolsillo, empieza la aventura, la mágica experiencia de mezclarse entre las gentes de la tierra para averiguar dónde compran y pacen ellos, es decir la búsqueda del contacto con la realidad de la zona seleccionada, y por lo tanto el inicio del momento en el que todo es nuevo. ¿Es posible una experiencia mejor?

Estamos habituados a informarnos en los hoteles o puntos turísticos de las zona a visitar, hasta ahí todo perfecto, pero…, ¿cuántos se han integrado con la población autóctona para conocer sus costumbres, gastronomía, ¡pero la de verdad!, la que ellos mismos guisan y comen y disfrutan, no la que nos venden en los restaurantes que todos conocemos, puesto que si hay algo terriblemente absurdo, es comer la misma pasta, hamburguesas y de más INRI que encuentras lado de la casa donde realmente vives.

En esta increíble tierra, negra como el tizón y austera por la gracia divina, donde los contrastes te los regala la propia naturaleza, empezando y rompiendo con verdes, azules, azabaches, blancos y el mismo rojo picón, que también lo hay, he tenido la suerte de hacer mis deberes como mandan los cánones de un buen aventurero y amante del conocimiento, y en consecuencia he obtenido mi gran recompensa, disfrutar del carácter afable, tranquilo y cargado de humor y siempre cordial de los conejeros, de los que siempre me veré obligado a hablar bien, pues ellos han sido los que después de descubrir las ansias de conocer y  disfrutar de su preciado tesoro del que escribe, se entregaron para mostrarme su gran secreto, el tan guardado llevan en su corazón y que tan poco les cuesta ofrecer cuando encuentran personas que de verdad viven con pasión y respeto el entorno que a ellos mismos les ha visto nacer y crecer.

Todo esto lo debo a no hacer caso a esa agencia de viajes que con tan buena intención te ofrece un completo, ¡oigan que al todo incluido me refiero!, a ver si nos vamos por otros derroteros.

Examen de conciencia. ¿Dónde está el mea culpa?

Estaba claro, se venía venir y así ha sido la respuesta del electorado español, ¡contundente! Y podría haberlo sido aún mucho más si el miedo y los adheridos a un partido hubieran castigado con su voto las gestiones del PP, PSOE, CIU y IU, pero como es de saber, hay ciertas personas que jamás darán su brazo a torcer dando la oportunidad a otra formación que no sea la de siempre, desafortunadamente, ¡así es!

En la época de Felipe González, cuando la crisis empezaba a medrar la desconfianza y ya habíamos escuchado en más de una ocasión a Maragall citando a Pujol en el mismo Parlament aquél famoso 3% de comisión, y del que los empresarios ya decían que ¡ojala fuera solo esa cantidad!, el entonces presidente del gobierno sufrió un duro varapalo en las elecciones, tan duro que en público tuvo que reconocer que había entendido el mensaje. Dentro de lo malo, y me refiero a su última gestión, tengo que reconocer que por aquellos entonces ese tino de humildad caló entre los españoles, tanto que le dieron otra oportunidad, pero el tono de nuestro actual gestor del país, no lo ha entendido así, sacudiéndose las culpas por la crisis y por la corrupción, pero en ningún momento he visto atisbo de un mea culpa, un pellizquín de esa humildad que tanto premiamos, sino más bien y como viene siendo costumbre dentro del PP, escurrir el bulto.

Yo quiero recordar en este artículo algunos de los motivos que parece usted haber olvidado, ¡sí!, porque creo que ninguno de su equipo, ha realizado un examen de conciencia, y es bueno, puesto que ya que no es capaz de ponerse enfrente de un espejo para ver cual es su contenido, analizar de verdad esta clamorosa llamada de atención, al menos tenga en esta pluma una emotiva ración de manitas, como esas que se meten en el fútbol.

Los despropósitos de sus propósitos han sido una regla muy común entre sus más fieles allegados, por ejemplo entre los dos ministros de Economía, uno con la cartera de Hacienda y el otro con la de… ¿competitividad? Empecemos por el señor Montoro, ése que tanto presume de haber aumentado los ingresos de las arcas del estado a base de defraudadores, por supuesto y según los datos que se manejan, el 70 % de las pequeñas empresas y por supuesto autónomos, que reflejan nada más y nada menos que el 30% del fraude, porque del otro 30% que es el 70% del dinero robado al erario público, no hablamos, que podemos hacer daño a muchos de sus amigos, como por ejemplo a esos empresarios a los que les condonó mil y un señor pico de millones de eurazos, ¡si señor!, ¡con un par!, ahí se demuestra el talento y su talante. Pero no iba a empezar por ahí, mire usted, pero es que son tantas y tantas y tantas, que se me cuelan. ¿Por qué será?

Aún recuerdo al Señor Soria, el ministro de Industria cuando vio el orificio de entrada del agujerillo del famoso déficit tarifario, ¡tela!, me lo imagino, entre otras cosas porque guste o no, ese es el sector en el que mejor me muevo, como pez en el agua podríamos decir. Don José Manuel viendo el tamaño del boquete empezó a sudar, por lo que el canario buscando soluciones para evitar que dicho pozo sin fondo siguiera creciendo y además pudiera paliar parte del desastre, se le ocurrió la feliz idea de gravar con un impuesto a las empresas eléctricas que no pudiera ser derivado y cargado contra el consumidor, ¡coño, que ya está bien! y mira por donde el primero que en decir, ¡oiga!, ¿quién es usted para poner un impuesto?, esas son mis competencias, las del Ministerio de Hacienda. Y razón tenía el caballero Montoro, pero lo que no sabíamos eran sus afinidades por aquellos entonces con ABENGOA, ¡leches, que le intentaron perculizar el negocio!, ¡claro!, ¡por eso se enfadó!

En fin como esas muchas, pero una decisión ruin de verdad, ¡vaya dos pares de gemelos!, y ahora a los ministerios con cargo a Economía me refiero, ¡la nuestra por supuesto!, no se le ocurrió otra feliz idea que por Navidades, ¡señoras y señores!, ¡han leído correctamente!, por estas fechas tan señaladas eliminar la paga de los funcionarios, ¡oiga, que yo no lo soy!, pero que puñetera barbaridad, ¡válgame Dios!, resulta que en este país es de todos conocidos la cuesta de enero y febrero que viene del resultante de gastarse los dinerillos en regalos típicos de los niños, Papá Noel, los RR.MM., las comidas y cenas entre amigos, y mil cosas más, es decir, que el dinero según llega se va al mercado por aquellos entonces completamente parado, y a los dueños de los bares, peluquerías, tiendas diversas, centros comerciales, etc, viendo que no, ¡que no podían seguir aguantando las nóminas!, van ustedes y de golpe y porrazo, ¡zhassss!, ¡Santo Tomás que aquí no doy más! y acaba ayudando de la más vil manera a cerrar empresas, ¡sí señores menestros!, como está escrito, que es lo que son. Y me dicen que no entienden por qué se les ha castigado, pero esperen, esperen que sigo, que hay dar, tomar y regalar.

Un mal día estalla Gürtel, y mira por dónde lo que no se va en corbatas y trajes se va por otro lado, ¡hostias, quería decir por todos!, a la señora Mato, esa gran Menestra de Sanidad que tan bien tomó las decisiones sobre el Ébola, va paseando por su jardín a plantar unos tomates u otras cosillas, ¡digo yo!, y de pronto cuando abre la puerta del garaje, ¡al suyo me refiero!, una sorpresa…, de las semillas le han salido nada más y nada menos que unos deportivos, unos cochazos que la buena mujer no sabe qué hacen allí, pero ya que están, para qué desaprovecharlos, ¿verdad?, señora Matolasanidad.

A todo esto la U.E. nos manda un cable cargado de explosivos, una propinita de ná para ayudar al país, que anda constipado y no es bueno. Esa cantidad sin importancia al que negaron llamar rescate lo emplean, en lugar de ayudar a mover la economía, ¡a la nuestra me refiero!, en salvar a la suya, ¡más claro el agua!, es decir dándole unos golpecitos en la espalda a Blesa y Rato y unos dinerillos para que saquen adelante ese otro pozo sin fondo de BANKIA y los españoles de a pie, quedándose sin casas a medio o casi finiquitar, desahuciando ancianos, niños, madres y además quedándose con la deuda del piso, ¡con otro par!, ¡sí señor!, mientras los grandes directivos de este banco y otros que aún no conocemos, se ponen las botas con sus famosas tarjetas libres de impuestos, entre ellos políticos del PP, PSOE, IU, CC.OO., UGT, y a saber quiénes más hay por ahí que no sepamos.

Un honrado juez por fin consigue dar el domicilio que por Ley le pertenece a Blesa, ¡eso es valor y lo demás cuento!, y lo enchirona con los chorizos, ¡como tiene que ser!, pero hombre, ¿a quién se le ocurre meter a este señor en la cárcel?, pues por ello cogen y sin más preámbulos denuncian al que defiende la Ley, ¡LA NUESTRA Y LA DE TODOS! y no solo se conforman con expulsarle del caso, que poco les parece, le retiran sus fieles capacidades para seguir haciendo lo que sabe hacer, ¡y muy bien!, total que nuestro querido amigo sale de presidio y aquí no ha pasado nada.

Otro gallito sale al parqué, en esta ocasión el tesorero de la real sociedad del Partido Popular S.A., con acciones al portador, jajajaja, que ya tiene hasta su puesto de honor en Mortadelo y Filemón, el señor Bárcenas que entra también a gastos pagados en la misma hospedería que el anterior, pero éste durante un poco más de tiempo. Empieza el tira y afloja, la puta y la Ramoneta, según los Pujol, Mas y CIA, ¡o me sacáis o canto, ehhh!, ¡y mejor que la Pantoja, carajo!, y así entre aflojas y más flojas, el caballero consigue su permiso y de vacaciones, que han sido una mala experiencia, y los españoles, TODOS, viendo el gran circo en vivo y en directo, payasos y payasadas por todos los lados. ¿Esperaban chistes señores prolíficos?, es que ya se nos estaba yendo hasta el humor, ese tan sano que afloja las malas intenciones y ayuda a pasar lo indecible cargando contra nuestra sagrada paciencia. ¡Ya ni chistes!, y eso empieza a ser peligroso, pues cuando este pueblo no puede esconder las desgracias y los avatares de la vida con sarcasmo y fino humor, es que la paciencia está en el borde, y así se ha mostrado.

Pujolazo al canto, otra más pillado en el coche a 1.500 Km por hora, es decir cuando intentaba sacar provecho sin que nadie se diera cuenta del gran tesoro amasado tan dulcemente a base del sudor y la sangre de los catalanes.

Y para colmo, no es capaz de ver la realidad, ¡manda cojones!, como está escrito por que yo  soy uno de esos ciudadanos de este país, que está muy, pero que muy cabreado con sus formas, tejes y manejes, porque estábamos pidiendo a GRITOS, ¡señor Rajoy!, que hiciera la debida limpieza, que lo que estaba haciendo iba en contra de todo el pueblo español, que si usted presume de patriota, eso que tan bien venden, pero que en realidad les importa un bledo, y así lo han y siguen demostrando, no ha hecho, y le entiendo, créame, pues comprendo que depurar el partido de la escoria que se ha dedicado durante tantos años a engañar en beneficio de su propio bolsillo puede ser muy peligroso, y así es, porque es tan grande la mierda, que la mayor parte teme acabar dónde deben, en la cárcel, pero en una de esas bolivianas, donde no hay sitio ni para ir al servicio, ahí es donde yo con todo mi cariño y en virtud de los hechos, les habría enviado.

Eso no es más que una breve sacudida de sus conciencias, porque la que vendrá si no toman el camino adecuado ya, será muy, pero que mucho más dura, durísima, ¡créame usted!, porque entre otras cosas nos enviará usted al mismo infierno.

Por favor recapacite, piense, analice, mézclese entre las gentes, la de todos los lados, sin miedo, que no le va a pasar nada, pregunte, escuche y luego, si tiene lo que hay que tener, actúe en consecuencia a la realidad.

¿Le parece poco?, si es así, dígamelo por favor y sigo que no me cuesta ningún trabajo seguir escribiendo con más detalle todo lo referente a su gestión, porque entre otras cosas además, puedo decirle que me viene bien para relajarme.

Tres Hidalgos y un destino

            Ayer presentaron una nueva edición del Ingenioso e Hidalgo Don Quijote de la Mancha. La pluma es buena, nada más y nada menos que la de Don Arturo Pérez Reverte. Aún no he tenido la suerte o desgracia de palpar esa nueva gracia que el académico español pudiera darle, pero si puedo decir que quedo tranquilo, puesto que si de algo estoy seguro es del amor que este autor tiene a nuestra literatura.

            De niño y en un castigo ejemplar que no viene a cuento explicar, los dos libros mas traducidos a nivel mundial tuve con la mano copiar, creo que es menester explicar que en seis meses de condena, todo, lo que se dice todo… no entraba en la vena, ni por supuesto en aquellos cuatro cuadernos cuadriculados donde expié todas mis penas, las de las aventuras de Sancho y el hidalgo caballero y por supuesto la Biblia, que en aquellos seculares tiempos era lo primero.

            Tontos no fueron mis padres, porque por una lado me daban el amor y desamores de Cristo, y por el otro la fe de un artesano y artista montando el cisco, de manera y aunque no lo crean, esa forma de ver las cosas, y enredar el sistema quedose en mi, como compañera de vida y gracia.

            Este pasado siglo ha dado grandes escritores, unos siguen y otros se fueron entre clamores, nombro a los vivos que de los que no están ya se encargan los corazones de los amigos y enemigos de su forma de ver las cosas.

            De Don Alberto Vázquez Figueroa aprendí a sentir y amar la literatura, a darle ese toque de revoque que tanto me gusta y a otros que no le entienden disgusta. Esas formas de plasmar sobre el papel la narrativa de forma amena, fresca y desenfadada no he vuelto a ver, y es una pena, porque el humor y la historia no están reñidas, más puede ser lo contrario, con simpatía entra mejor la leña.

            En cuanto a Don Arturo, ¿qué decir se puede de un hombre que pega la historia con tanta gloria y trabajo?, ¡no me envíe al carajo vuestra merced!, que viendo estoy volando el grajo. Hay dos libros que cada año leo y disfruto, uno de su preciada diestra y siniestra, que si la memoria no me engaña fue el primero, ¡si a ese me refiero!, al del Petite Cabrón, con el que río hasta no poder más, y el otro, en esta ocasión y espero disculpe, que no es por la marrana joder, es por poder y lo sabe, de una taberna en la Española, a la que los cuatro vientos le daba y por ello iba sumando conquistadores, insensatos, mal hablados, soñadores, soldados, valientes, pendencieros, oportunistas, crueles esclavistas, apellidos de traidores, y demás calaña, putas reputas y otras honradas, y así tira y afloja, y todo en la mitad de un libro de ciento y pico páginas, donde después de leerla se tiene la sensación de haberla vivido, estado y conocido a personajes históricos tan importantes como Don Alonso de Ojeda y Anacaona, Pizarro, Cortés, Núñez de Balboa, Obando el cruel y traidor apellido astado en muy buenas cargas, Ponce de León en búsqueda de la isla de la eterna juventud,…

            Con el tiempo y una buena caña, el canario autor y a mucha honra, enamorado de la vida y la aventura nos regaló de todo, desde el África que tanto amaba, hasta las Américas que tanto quiso, pasando por nuestra España, Cristo, el diablo y hasta tecnología, que para mí, fue su real perdición.

            El Cartagenero, con mayúsculas que muy bien se las merece, buen marino y de perfecto castellano, no nos dio ni nos da menos, a diferencia del chicharrero puntualiza la historia con más esmero, sumando datos y añadiendo ese humor del que no es canarión, que tanta gloria le ha dado con el Águila Imperial y su matachín y militar favorito. ¡Juro a ambos! que soy adepto e incondicional de dos literatos tan iguales en su ingenio y destreza para con un poco de tinta, ser capaces de describir los anales, ¡ojo!, a las crónicas de las memorias me refiero, con tanta destreza y humor, siendo tan iguales y dispares, que de las otras, ni me va, ni me viene, sin embargo le da ese toque que tanto gusta y entretiene.

             A los dos chapó, y ahora más, Don Arturo, que si de algo estoy seguro es que la obra póstuma de la literatura universal, ahora será mucho mas cercana a los estudiantes, que falta hacía para que con los años, cuando despierte y se abra la celosía que cubre la capacidad de entendimiento, el que lea las antiguas ediciones, ría hasta perder los calzones y el aliento.

             Sin más les ruego acepten de mis partes, un enorme abrazo, que con tres duros pares, la historia de otra forma se pace. Dicho ya de paso y por si fuera menester y a estas horas despierto el ingenio de tan poderosos hombres, en la mula pongo dos alforjas, esperando que la carga no se desplace o desparrame y despatarre el animal.