Como les decía, mientras tomábamos esas chelas bien al polo o cervecitas, por si no procede, en el singular ático del mercado en Toledo, comentamos parte de maravillosa mañana que habíamos vivido escuchando, viendo, observando y respirando todo cuanto había en el interior de los archivos de la Catedral de Toledo, pero la hora de partida estaba llegando a su punto y final, aunque no había forma de arrancar, que si nos quedamos a comer, que no, quizás alguno de vosotros pueda dejar mis estimados pasajeros a una hora prudente, que a las seis estoy en el trabajo, que no puedo, en fin, un batiburrillo de quieros y no puedo habitual en casos como el de hoy, entre otras cosas porque, ¿quién no estaría dispuesto a seguir con la tertuliana costumbre tan bien acompañado y delante de un plato y unos vinos?, ¡pero no!, era imposible y el culpable, señoras y señores, ¡era yo!, como está escrito. Casi sesenta minutos habían pasado de mi habitual puntualidad en las salidas y llegadas, así que nos despedimos no se cuantas veces, pero al menos diez de Quico, Gonzalo, Pilar, Carmen, Enrique y Paulino y señora y a toda prisa cuan veloz guepardo corriendo detrás de su presa, fuimos de camino a las famosas escaleras mecánicas. Tardar, nada hicimos en llegar hasta el Capitán Trueno, que aunque mayorcito sepan sus señorías, arrancado tenía el motor y corazón de sus caballos.
Camino a los Alcorcojones de toda la vida, Julito suspiraban ante tanta suerte como habíamos tenido mientras el León, para variar, volvía con los chistes de siempre pero qué debo decir, siguen haciendo su gracia, especialmente el del chorizo, Clemente y el melón, que no contaré personalmente pero que a su debido tiempo el contador de carcajadas si lo hará. seguro pueden estar de ello, ¡ya lo verán!
De menos echaba en falta a Rafael Gálvez, con lo que hubiera disfrutado el caballero, pero…, las cosas de la ITV para humanos no pueden esperar, tanto que también se perdería lo que aún nos quedaba por vivir.
En la cuesta y quemando herraduras, frena que te pasas, que no que vamos bien y no puedo retrasarme más, ¡leches que nos la damos!, pero nada ocurrió, de manera que a los puntuales quintos sextos de la hora, aterrizamos en el temporal destino, Nacho y Julio por un lado y María que nos había anunciado que al final y debido a un problema grave de corazón, no podría asistir a la venidera reunión.
Aprovecho y voy una ratín con mi querida hija Irene, que sin verla llevaba desde el pasado miércoles y un poco más tarde a mi otro y amantísimo hijo y tocayo, ambos excelentes estudiantes y deportistas, pero el pequeño un poco cabrito. Aún recuerdo a sus diez años, esto fue el pasado, cuando le dije que iba a escribir una novela histórica para todos los públicos y su rápida respuesta…
-Papa, no escribas un libro, ¡que luego me lo tengo que leer!
En fin cosas que ocurren y que aún te animan mucho más para seguir haciendo lo que realmente te gusta. Si no es fútbol, el caballero nada quiere saber, así que tal y como le comenté a Rafa, no se extrañen si mañana se encuentran en una de mis históricas novelas a Pitágoras enseñando a medir los 32 ángulos de 90º del terreno de juego, mientras Homero se lo comenta a Ulises como estrategia para vencer a Troya entreteniendo al enemigo a base de tiros esféricos en lugar de introducir una gran caballo, al menos así conseguiría que Fernandito leyera el principio.
Como les decía la tarde prometía otro mar de extraordinarias sensaciones y emociones. Hoy era el día indicado para al fin reunirnos unos cuantos amantes de la literatura ¡y como no!, escritores de parte de ella. El punto “0”, el histórico Café Gijón.
Julito e Ignacio con puntual ocasión presentáronse en la boca, ¡caray!, a la del metro claro está, en este caso y para que tengan un lugar de Google ubicación en Puerta del Sur, línea 10 con destino el otro universal paraninfo de las cervantinas letras.
Otro filoncete de metálicas y mecánicas escaleras, unas en dirección al cielo, otras al carajo, ¡que ahí no voy yo!, sujétense a la vertical barra de fijación y control, curva a la izquierda, freno suave, como está la morena de enfrente, la rubia también, el Juanito para Julito, y así unas cuantas veces, hasta que llegó el gran momento de salir de los suburbios del Madrid de Martínez Alonso, ¡disculpen ustedes!, que la arquitectura de la edad de oro me va y a veces…, pasa lo que ahora, Alonso Martínez quería decir.
De manera automática en dirección del oxígeno enriquecido con CO2, SO2, ABS, CBS, RBS y la madre que lo parió, golpe de agradable contaminación nada más llegar al nivel 700 sobre el mar, y cruzando por las Salesas cada vez más cerca del hostelero y literario establecimiento, seguimos por el VI de mis tocayos, curva a la derecha, ¡ten cuidado Ignacio que derrapas y te quedas sin el freno de los tacones!, así llegamos hasta casi la meta.
-¿Y cómo vas a distinguir a Beatriz?- Me interrogó el rugido del felino cordobés.
-No te preocupes Nacho, que conozco a esta encantadora y bella dama desde mis inicios en Twitter y he visto sus bellas facciones plasmadas en la foto que Rafa tiene para el carné.
Julito que asiente no muy convencido, Ignacio que también pero se ve que como no tenía toda la información, no se daba por satisfecho, de manera que antes de llegar púsele en antecedentes.
Beatriz y yo nos conocimos escribiendo en antiguo castellano, pero sin el añejo, ya sabe vuestra merced a qué me refiero, a base de piropos y otras bromas caímonos bien hasta que un día me comentó que debía revisar y corregir su novela, así que durante un tiempo dejé de avasallar simpáticamente a la dulce dama enviándole muy de vez en cuando un mensajito o noticia, hasta que por fin vi su publicación y ¡cómo no!, aproveché a felicitarla por su primera gran obra, desde ese instante hasta que quedamos en vernos casualmente pasó nada y menos, entre otras cosas por la providencia que le trajo directamente desde Santa Pola hasta los madriles de las Castellana o mejor dicho, Paseo de Recoletos.
Por si acaso y en vista de mi reconocida pericia para recordar caras y nombres, Nacho volvió por sus fueros obligándome a utilizar al chino que conoce tanto de mi vida, y que como todos ustedes saben me la juega más de cuando en vez.
Confirmada la asistencia y la insistencia, nos acercamos al plató de los artistas, la terraza costera de Asturias y Café de Gijón. Vímonos y nos reconocimos desde yo qué sé la distancia, quizás tres o cuatro metros, que para ustedes será poco, pero para los anteojos made in óptica cabreada, ¡tela!, en especial por el asesoramiento de unos prismáticos que se abren, cierran y doblan por todos los lados, cual invento grande de IKEA que hay que meter en una caja pequeña.
-Beatriz, por Dios!, ¡si sois mi bella dama!, cuantas ganas tenía de conoceros en vivo y en directo.
-¡Caballero Fernando!, siempre igual, qué alegría y emoción, tanto tiempo conectados por las redes y mira ahora, por fin nos conocemos.
Y no era para menos, tengo que reconocerlo, puesto que comunicarte durante mucho tiempo por Twitter, Facebook o lo que sea, cuando llega el momento de conocer en persona a quienes nunca has visto, puedo decir y lo afirmo, que es la rehostia, aplíquese el chiste quien lo sepa, jajaja.
-No he podido traerte el carné de la asociación, que a Rafa le han dado por ciertas cuestiones, pero de hospitales, ¡ehhh! y no estaba el caballero para ciertos menesteres, puesto que le han tenido en ayunas unos días que le parecerán los cuarenta de las varias veces de la Biblia.
Hechas nuestras presentaciones, dime cuenta que allí había un batallón de escritores, de manera que siguiendo las pautas de la sagrada conducta de la civilización comenzamos con las presentaciones.
-Ignacio Léon, Julio Valencia y Fernando.
Beatriz Cáceres, Lusa la Soñadora, Celia Velasco Saorí, Julia Rosa Grau Lillo, Marta Martín y besos para todas de las tres partes, Ramón Somoza, Elías de Lector Cero, Pedro Prieto amantísimo esposo de Celia y enviado especial como gráfico reportero de los informativos MSN NEWS Alfareros y Juan Luis García que si me lo permiten y desde hoy llamaré Long John, compañero sentimental de Marta, disculpen ustedes el mote, pero es el nombre en clave con el que designé a este insigne caballero con nuestro agente particular en términos militares de tango, zulú, zeta, arroba y no sé qué más de nuestra espía conocida mundialmente por todas las fuerzas internacionales como 009, Martín…, Marta Martín, ella misma y sí se lo piden contará el motivo y el por qué de tan ilustre forma de definir.
Continúo con el episodio que me lío más que las pipas de los jefes apaches y comanches negociando con el general Caster y así no puede ser.
Pasadas las necesarias presentaciones, ocupamos asientos a lo largo de casi media terraza, Ignacio y Julito al fondo sur, en las centrales horas Elías, Ramón, Lusa, Juan Luis, 009 y la de Cáceres que no es, y al fondo norte el enviado especial, Celia, Rosa, Julia y faltaría más, en esta ocasión, el que describe la historia que aconteció.
Una fantástica reunión donde todos y al estilo de Fuenteovejuna que nada tiene que ver con Don Pierre Nodoyuna, no sé si recuerdan los Autos Locos de Penélope Glamour, eso espero, comenzamos la tertulia comentando los problemas típicos de los literatos que aún no han alcanzado el estrellato, creo que en estos lares sí que están puestos. Por un lado Somoza, especializado en números uno de Amazon junto a la increíble bella flor, Rosa, también experta en estos terrenos y además con contrato para su novela por Ramdom Hause Mondadori, pesos semipesados en una mesa de creadores de las artes de las letras.
Lusa a quien conocí también en una de las sociales redes por una biografía que me encantó, “ayudo a dar a conocer a escritores nóveles,” se mostraba tan simpática y agradable como era a través de sus chats, al igual que Beatriz. Puntos de vista arriba, otros abajo, qué es Alfareros del Lenguaje, hacia dónde vais, qué ofrecéis a los autores, la asociación de Fernando.
-¡Que no!, que es la de todos, ¡caray!, que Nacho y Julito se van a poner celosas, ¡hostias!
Algo normal puesto que al final llevo dale que te pego, tecla va o viene hablando de las grandes ventajas de ser un bloque o un equipo que defiende y potencia a todos los autores que de verdad, hacen del teclado, pluma, boli o lápiz hermosas historias de terror, ciencia ficción, amor, sexo, sexo, sexo, sexo, ¡leches!, ¡me atasqué!, ¿por qué será?, sigo; humor, historia, teatro, Dios y la madre que nos parió.
Mis compañeros de viaje al fondo, de nada se enteraban del norte, de la manera que los del sur tampoco y el medio día escuchando a uno y otro lado.
Cuando estábamos en lo mejor de la conversación nuestra Lusa de toda la vida, para mi desde hace un año, tuvo el enorme detalle de darme uno de sus ejemplares de “Sin Miedo a vivir, sin miedo a soñar”, firmado y sellado por su propia pluma. No me esperaba el detalle así que ante tan hermoso gesto prometí que sería la primera en recibir “Papirfer,” la novela que estoy revisando y que si el Altísimo quiere y la suerte me ayuda, estaré en la calle, ¡que no haciéndola!, en un par de meses y un poco más.
Julia que me mira y de pronto, ¡toma ya!, ¡sí!, que me sacudió con otro ejemplar de su autoría, en este caso, “Los atardeceres de Julia”, bella y hermosa obra basada en hechos reales en las sociales redes sobre sexo, amor y tragedia, y van dos. Visto los consumados hechos…
-Y pensar que yo quería vivir de la literatura, a este paso al menos me leerán aquellos con los que cambio las obras, jajaja.
En fin, qué les puedo decir, así son las cosas. Pedro, el artista enviado de la internacional Agencia de noticias toma la batuta y ordena la ocasión.
-Que toca inmortalizar la faena, así que algunos detrás de las sillas, que del resto ya me encargo yo.-Comentó.
Todos situados y en espera del mágico click, sonriendo y a base de paaataaataaa, choooriiiiizoooo, ya saben ustedes, para dar la sensación de tener la boca llena cuando salta el pajarito y cumple su función.
Realizada la fotográfica sesión, volvemos a nuestros asientos y seguimos con la función. Aprovecho para enviar un Whatshapp a nuestro Pepe de toda la vida, ¡perdón!, Don José Bárcena quería decir, relaciones públicas de este noble establecimiento desde hace cuarenta y tantos años, conocedor de todos los afamados y otros no, literarios de hispana habla y miembro fundador de Alfareros del Lenguaje.
-Estamos en el Café Gijón punto. ¿A qué hora vas a venir? punto. Somos un huevo y la parte del otro punto.
Como imaginaran al poco tiempo responde.
-A las 20:30 horas tango zulú, ¡vete al carajo!- Esto último no lo dijo, pero seguro que por la cabeza se le pasó y razones tenía para ello, ahora lo entenderán.
Finalizado el telegrama analizo con detenimiento el cable enviado y me digo. ¡La madre que me parió!, ni siquiera le he saludado, y es que la tensión de un día con tantas emociones limitaron mi capacidad de aplicar la siempre necesaria costumbre del saludo universal. En fin, ya me he auto perdonado.
La tertulia se iba poniendo cada vez más interesante. Elías que no se entera de ná, Nacho y Julito al fondo, la pelota en el norte y que no hay forma de elevar más la voz, así que a base de viva y alta voz.
-¡Pero Nacho, Julito, acercáos más hacia el centro!
Elías que escucha y arrasa media longitudinal fila derecha hasta situarse al pie del cañón y el resto que se aproxima un poco más.
Llega el esperado a la reunión, tan puntual como mandan los reales cánones de no sé quién y saluda al batallón, presentaciones acompañadas de besos, abrazos, manos…
-Soy José Bárcena, tengo que entrar al café para adecuar mis vestiduras a la realidad. Dentro de unos minutos bajará la temperatura, así que cuando os venga la piel de gallina, pasáis y aprovecho para mostraros las tripas de tan honorable y ilustrado establecimiento.
Coge el camino de cada día y nos vuelve a dejar con la amena y cultural charla que estábamos llevando a cabo.
Tal y como nuestro querido amigo advirtió, la sensación térmica en los grados que según les parezca, Celsius, Fahrenheit, Kelvin, Rankine, centígrados, plantígrados, marmoteños, etc, cada uno con su propia escala, comenzó a dejar en evidencia al astro rey, así que siguiendo la sana costumbre del que tiene frío y sabe cómo y dónde puede evitar la ausencia de calor, nos dirigimos al interior de sagrado templo de los escritores, pintores, actores, escultores, pitonisas, vividores, artistas del encantamiento y no sé cuentas cosas más.
Allí nos esperaba el anfitrión, quien tomando el mando nos orientó en la dirección para llegar al primer habitáculo de la historia de Madrid, en el que según dicen habita un duende y al que llama La Cripta Embrujada. Bajamos las escaleras y empezamos a sentir el olor a madera vieja bien cuidada. Alguno incluso escucha en el fondo lejanas voces que nos invitan a pasar, ¡y ahí está!, el famoso salón que simula un largo camarote de una nao de la época de Colón. Cuadros, dibujos fotografías de todos los grandes que habían pasado por tan noble lugar colgados por todas partes con dedicatorias de los autores, y el maestro de esgrima que empieza a explicar parte de la vida desconocida por nosotros pero no por él, de las anécdotas acaecidas durante las largas tertulias. No indico nombres porque no tendría papel suficiente, pero para eso ya están las crónicas que tarde o temprano Don José publicará para gusto de todos.
De nuevo el reportero de la NEWS que nos vuelve a colocar y no hay sitio para todos, así que situados y preparados para el siguiente disparo, Pepe que coge la silla y se coloca en medio de la faena y ¡clik!, ¡ya está!
Seguimos disfrutando de las explicaciones mientras nos lleva a la parte trasera atravesando los intestinos de la cocina en dirección a la Taberna del Gijón, que da con la calle aledaña. Allí, de nuevo otra sorpresa, Coll junior nos ameniza con una soberbia poesía tras la cual nuestro guía le dice.
-David sabes que para mí eres el poeta maldito.
El otro que escucha y asiente, pues será que es verdad, ¡digo yo! Seguimos después de andar el techo necesario y de nuevo la exposición de los grandes talentos que en éste y el pasado siglo disfrutaron de éste entrañable lugar.
Otra orden del jefe de prensa y todos prestos y preparados para el siguiente sonido que indicará la inmortalización de los hechos.
Llega el momento de la despedida, abrazos, besos, manos, remanos, ¡que no!, que nos nos vamos, ¡que sí!, que hay otras cosas que hacer, que cuando nos vemos, mañana, que no, que vivo en Ávila, santa Pola, Mallorca, EL Campello y al final, todos a una sabíamos que pronto seguiríamos en contacto, ¡por supuesto!, en las sociales redes de las madre que los parió.
¡Nos vemos, leemos y hablamos!
Un fuerte y cálido abrazo otoñal para todos y muchos y enormes besos para ellas.
Fernando