«LA POSADA»

Un viernes cualquiera de 1.983, un bólido recorre la N-II de doble sentido en dirección Madrid. SEAT 850 Sport Espacial Coupé de Lujo, bifaro con carburador de doble cuerpo, salpicadero de madera, asientos de cuero, elevalunas de tracción animal, potencia 5 yeguas y burros pá hartarse. Temperatura exterior evaluada según el vuelo del grajo, ese día hacía un frío del carajo. Consumo medio cada 100 Kilómetros, ¡a saber! SEAT 850 Sport Cuopé

-¡Joder!, No sé cómo soy capaz de volver a subir contigo para ir al Foro, llevas el coche a todo gas, no quepo, el petate me tiene hasta las narices, y no te digo los SV de atrás, van a tener que ir con collarín toda la vida, llevan todo el viaje con la cabeza agachada y presionada contra el techo, los petates en las piernas con  las caras de lado apoyadas sobre ellos, escuchar no nos escuchan no, un oído contra el equipaje y el otro contra el techo. ¿Pero cómo te da por traer soldados altos en este coche?, ¡si no caben!

Mi compañero Fernando, arquitecto de profesión y alférez por la gracia de sus talentos era un chaval estupendo, pero un tanto negativo, cada viaje era la misma historia, subir al Jabato y ponerse a temblar, y la verdad no lo entendía bien, al fin y al cabo un viaje que todo el mundo hacía en algo más de 4 horas, nosotros nos lo cepillábamos en poco más de tres, eso sí, los de atrás iban muy bien apretados, mientras que piloto y copiloto tan estirados como en un fórmula 1.

-Tocayo, siempre te pasa lo mismo, ellos están contentos porque se ahorran un dineral del autobús y en lo que cantan unos gallos y asaltan a sus gallinas, estamos en los Madriles, además de pasar por Lerma, ¡mira ahí está!

Parada de obligación, había un bar de los de toda la vida dónde el bocata de chorizo estaba mejor que todas las bellezas del mundo y encima el vino en porrón. Tuerzo a la izquierda, pasamos por debajo del arco que da la entrada principal al casco antiguo del pueblo y nos tenemos al lado de nuestra taberna de natural cumplimiento.

-Vamos chicos, que toca descanso y bocatón. ¡Cómo me gusta este sitio!, a ver cuánto nos cobra en esta ocasión, nunca es la misma cantidad y la verdad, me llama la atención, creo que debe hacerlo a ojo de buen cubero, así que poned cara de hambre y poca pasta, ¡jajaja!

Mis compañeros del Servicio de Vigilancia militar se iban desencajando poco a poco del interior de nuestro transporte espacial, para ello necesitaban nuestra ayuda, puesto que Jabato solo tenía dos puertas, así que cada uno por un lado extraíamos el petate y luego arrastrándose hacia abajo salían del coche.Ahí estaba LAGUNERO

-¡Hostias!, menos mal, me duele el cuello lo que no está escrito, eso de ir tan apretado me tiene jodido y además no me entero de vuestra conversación, con una oreja aplastada contra el bolso y la otra contra el techo, ¡ya me dirás!

¡Qué tiempos aquellos!, la verdad es que como todos en la mayor parte de mi vida siempre fueron una aventura, un juego para exprimir hasta el límite. Por aquellos entonces 20 años tenían la culpa.

Capítulo II

1.986, acababa de recorrerme prácticamente la totalidad de España, sin contar Islas vendiendo libros por todos los pueblos, me cansé de ello, ya era hora de buscar algo más estable, que aunque el dinero no me faltaba, no era lo que había planeado para mi futuro.

-¡Ring, ring, ring! -Sonó el teléfono de ruedilla, ese que metías un dedo sobre el orificio del número elegido y girabas hasta el tope para volver a repetir la escena y cubrías los saltos pertinentes de un número de por lo general, nueve cifras.

-¿Sí?, ¿quién es?

-Hola Fernandito, soy tu tío Ángel, te he encontrado un trabajo en un gaseoducto, creo que te gustará, ven a verme a Lerma y tráete ropa de trabajo.

Por aquellos entonces salía con la mujer que me costaría en el futuro nada más y nada menos que cuatro separaciones, es inevitable que salga en la trama de esta historia, porque entre otras cosas, crónicas reales son.

-Elvira me ha salido un trabajo con mi tío Ángel, seguro que voy con un enchufe trifásico. Me voy esta noche.

Más contento que las maracas del Machín de mis padres y abuelos, subí al trasto que tenía por aquellos tiempos. Jabato no pudo aguantar la marcha que le daba y en una de esas que iba batiendo mi record universal dirección Vitoria, Araca, para ser más exactos, me dijo que estaba hasta las narices de mí en una curva y sin avisar, en el momento que reducía de velocidad para acelerar y salir como Fitipaldi, soltó lastre por sus traseras partes, dejando la caja de cambios a freír puñetas y sin un duro para poder arreglarlo. 25.000 pesetas me costó aquella maravilla que tanto disfruté.

Citröen GS Club color azul mariquita ilusión desgastado y con las esferas de la amortiguación echas un desastre, tanto que cuando las chavalas se subían en el coche se tenían que ir sujetando el pecho para que no saltaran sus hermosas drogas y no es broma, todo un espectáculo para el espejo retrovisor, y no me llamen machista, porque no lo soy, tan solo narro la historia tal y como fue, quizá con algunos detalles que podrían evitarse, pero no quiero censurarme, entre otras cosas porque es una anécdota de la que aún me río, no por ver sus pechos saltando, no, sino por las barbaridades que de chaval se pueden llegar a hacer. Hoy no les contaré la aventura para devolver ese coche porque no es el momento, pero les garantizo que cuando lo haga habré de comprobar primero que la Guardia Civil no se cabree conmigo, que razones haylas, ¡se lo digo yo! Vestía chanclas de esparto blancas, Levis 501 y camisa blanca inmaculada.

Me dirigí al punto en el que según las señas de mi querido tío había una pensión que estaba bien de precio, te daban bien de comer y permitían ir cerrando la cuenta a primeros de mes, La Posada de Eufrasio, justo detrás del palacio del Duque de Lerma o lo que hoy es el parador nacional.

-Buenas noches, ¿tienen habitaciones?

Me gustó el sitio, se entraba por el bar. Éste hacía las veces de taberna y pub, muy al estilo de los pueblos que se van adaptando al tiempo. Me atendió una chica llamada Encarna, con el tiempo y unas cuantas estacas una gran amiga, pero de eso ya hablaremos en otra ocasión.

-Pues ya no queda ninguna, la única que estaba libre la han reservado. -Contestó.

-A ver si por casualidad es para Fernando Cotta. -Ángel no me había dicho que estuviera encargada pero nunca se sabe, quizá hubiera suerte.

-¡Vaya!, tú debes ser su sobrino, ya me había hablado de ti. –Y así es como encontré estancia en el que fue feudo del Duque de Lerma, un pájaro el caballero de los que algún día juzgaré con los debidos honores y faltas de respeto.

Continuará en lo que el gallo se fume unos cartones de tabaco.

LA POSADE DE… Capítulo III

LA POSADA DE EU… ¡Sin frenos!

LA POSADA DE EUFRA… Fantasmas.

LA POSADA DE EUFRASIO. ¡Va por vosotras!

 

 

8 comentarios en “«LA POSADA»”

  1. Eso no se hace Fer, me has dejado intrigada…me he quedado con las ganas de más!! Por cierto, qué época de coches por dios, mi padre tenia por aquellos entonces un Fiat Coupé que se quedaba tirado siempre a 50 metros de casa. La de veces que lo tuvimos que arrastrar!! Un besote y me quedo a la espera de la próxima entrega.

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